La batalla de Bailén tuvo lugar el 19 de julio de 1808 cerca de la localidad de Bailén, en la provincia andaluza de Jaén. En ella se enfrentaron el ejército francés comandado por el general Dupont y las tropas españolas al mando del general Castaños en el contexto de la Guerra de Independencia Española.
Esta batalla fue la primera gran derrota de la historia sufrida por el ejército napoleónico en campo abierto.
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Los antecedentes de la batalla de Bailén
Los franceses habían ocupado territorio español con la connivencia del rey Carlos IV, quien les había permitido el paso ya que en principio, se dirigían a Portugal.
Sin embargo, cuando la ocupación fue más que tangible, las fuerzas españoles comenzaron a organizar la resistencia y tras el Levantamiento del 2 de mayo, Napoleón ordenó la ocupación y dominio de Andalucía.
Las Juntas de Gobierno de Sevilla y de Granada se dispusieron a reclutar dos ejércitos cuya misión sería la de interceptar el paso de las tropas francesas por Sierra Morena.
En los primeros días de junio, el general Dupont decidió salir de Madrid con sus tropas para emprender el camino hacia Andalucía donde pretendía liberar a la escuadra francesa de Rosily que se hallaba en esos momentos en Cádiz.
El camino no fue nada fácil para ellos: a la dificultad geográfica de la ruta se sumó el acoso continuo de los bandoleros y el levantamiento de poblaciones como Valdepeñas el 6 de junio que obligó a los soldados de Dupont a retroceder de nuevo hasta Toledo.
El 18 de junio, Dupont se refugió en Andújar con sus tropas, estableciendo allí su cuartel general, y el día 26 recibió a una segunda división al mando de Dominique Honoré Antoine Marie Vedel quien llegaba de derrotar a un pequeño grupo de voluntarios españoles que se habían enfrentado a él en Despeñaperros.
En La Carolina, en la provincia de Córdoba, había dejado un pequeño regimiento para seguir protegiendo las comunicaciones en el centro de la Península Ibérica.
El general Castaños, por su parte, se reunió en Porcuna, Jaén, con el resto de mandos españoles para tomar decisiones en cuanto a la estrategia que se debía seguir.
Las tropas de Reding hicieron huir a las fuerzas francesas apostadas en la orilla del Guadalquivir cerca de Mengíbar por lo que los franceses decidieron evacuar a la población y pidieron ayuda a Vedel.
Reding inició el ataque a primera hora de la mañana del día 15 de julio hasta que a mediodía apareció Vedel con su ejército.
Sin embargo, éste tuvo que abandonar ya que Dupont requería refuerzos en Andújar por lo que, al día siguiente, Reding reinició los ataques junto con más tropas.
El general Castaños dejó su cuartel en Utrera para dirigirse hacia Sierra Morena. Su ejército caminó día y noche sin mantener una dirección fija y evitando así que las tropas francesas puedan tratar de adivinar cuáles iban a ser sus movimientos.
Dupont, sin tener muy claro qué era lo que iba a hacer Castaños, decidió enviar a una parte de sus fuerzas a La Carolina para proteger el camino hacia Madrid temiendo que el general español quisiera cortar las comunicaciones del ejército francés.
Además, Dupont no se atrevió a enfrentarse directamente contra las tropas del general Castaños por lo que decidió retroceder para unirse al resto de fuerzas francesas que ya acudían en su ayuda.
Para ello, se dirigió a Bailén el 18 de julio donde se topó con el ejército del general Castaños, que salía de la ciudad en ese momento, y no le quedó otro remedio que presentar batalla.
La batalla de Bailén: así fue el enfrentamiento
La primera vez que se encuentran las tropas francesas con las españolas fue en torno a las tres o las cuatro de la mañana cuando la vanguardia francesa se topó con un destacamento español en el Ventorillo, a un kilómetro de donde se encontraban cruzando el puente del Rumblar.
Los franceses pudieron expulsarlos de allí sin problemas para seguir avanzando; sin embargo, casi llegando a Bailén, otro destacamento de españoles les obligaron a retroceder de nuevo hasta el Rumblar.
Los soldados españoles desplegados eran aproximadamente unos 20.000 y los franceses, un número algo inferior. En torno a las cinco o seis de la mañana, la columna francesa llegó al Rumblar y Dupont avanzó con la caballería llegando hasta la zona central española donde pasaron a cuchillo a varios artilleros españoles. La infantería intervino para hacer retroceder a los franceses.
Dupont aprovechó este momento para esperar a que le llegaran más refuerzos que se unieron a sus tropas entre las seis y media y las ocho y media de la mañana.
Aún quedaba otra brigada francesa más por llegar pero Dupont no quería arriesgarse a que el general Castaños le sorprendiera por la retaguardia así que aunque estaban en minoría, decidió atacar a las fuerzas españolas con la intención de romper sus líneas centrales y unirse a las tropas de Verdel.
Dupont formó cuatro columnas de ataque a cuyos lados puso a las unidades de caballería, todo ello reforzado por la artillería. Comenzaron los primeros ataques y los franceses logran que los españoles se replieguen abandonando uno de los cerros que habían ocupado.
Reding se adelanta con el Regimiento de Jaén y un grupo de zapadores para compensar esta retirada pero una vez más, la caballería francesa les obliga a volver a sus puestos de partida.
Mientras tanto, otra unidad de la caballería francesa sigue cabalgando bajo el fuego de la artillería hacia el centro de las líneas españolas pero la caballería española les hace retroceder. Dupont no sabe qué hacer porque aún sigue esperando a que lleguen los refuerzos de Verdel.
En torno a las nueve y diez de la mañana, Reding se prepara para dar un golpe definitivo a las fuerzas francesas y para ello hace avanzar al flanco derecho, lo que provoca que Dupont envíe a una brigada recién llegada contra ellos sin éxito.
El desenlace de la batalla comenzaría en torno a las diez de la mañana. Las tropas de refuerzo de Verdel no llegaban y a esas horas en pleno julio el calor ya era bastante intenso -se dice que se alcanzaron los 45 grados al mediodía- y acentuaba el cansancio de los hombres. Los soldados franceses apenas tenían ya agua y su moral estaba cada vez más baja.
Llegaron a producirse enfrentamientos entre ambos ejércitos por el control de los accesos al agua tales como norias o acequias.
Aún así, Dupont decide una vez más atacar el centro de las líneas españolas pero la artillería y un fuerte ataque de fusilería detienen a los soldados franceses que comienzan a retirarse mientras la caballería francesa carga contra la artillería. Las pérdidas de Dupont fueron muy numerosas en este ataque.
Hacia el mediodía, Dupont estaba cada vez más desesperado: las tropas de refuerzo de Verdel seguían sin aparecer y continuaba temiendo que Castaños lo atacara por la retaguardia en cualquier momento.
Tan sólo le quedaba una opción así que reúne a los soldados franceses que habían sobrevivido y los lanza contra el centro de las fuerzas españolas una última vez y al descubierto.
Los españoles contraatacan y las líneas francesas empiezan a deshacerse y a batirse en retirada momento en el que los regimientos suizos que luchaban con los franceses deciden pasarse al bando de los españoles.
Dupont, desesperado y sin ninguna esperanza de victoria, pide que se suspenda el combate y que se permita a sus tropas regresar a Madrid. Reding se muestra favorable a poner fin a los combates de aquel día pero ante la segunda petición de Dupont, decide que es mejor reunirse con el general Castaño para discutir las condiciones.
Al escuchar que todo acababa, dio por sentado que los franceses habían ganado así que cuando llegó a Bailén alrededor de las cinco de la tarde y se enteró de lo que había ocurrido, no se lo quiso creer. Lanzó un nuevo ataque pero entonces recibió una carta de Dupont informándole del final de la batalla y a las seis de la tarde, todo acabó definitivamente.
Unos días después de la batalla, el 22 de julio, se firmaron las capitulaciones de la misma y aunque no fueron especialmente duras, no llegaron a cumplirse.
Se pidió la repatriación de las tropas francesas a Francia pero aunque Dupont y sus generales fueron liberados y enviados de vuelta hacia allí, una buena parte de sus soldados permanecieron en sueño español deportados a la isla de la Cabrera, una pequeña islita al sur de Mallorca.
Las consecuencias de la batalla de Bailén
La derrota del general Dupont en Bailén tuvo graves consecuencias para la reputación de Francia en cuanto al ámbito militar especialmente en la Península, donde la noticia se extendió rápidamente por todo el territorio.
La derrota del ejército napoleónico llegó también a varias capitales europeas rompiéndose así el mito de la invencible Francia aunque fue criticada la escasa dureza que se tuvo contra los franceses.
De hecho, se cree que Francisco, el emperador de Austria, se decidió a planear de nuevo una guerra contra los franceses debido a esto.
Antes de eso, Madrid quedó liberada de la presencia de los franceses, quienes también tuvieron que levantar el sitio que mantenían en Zaragoza, y la alegría y el júbilo se extendieron por toda España aunque duró unos pocos meses.
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