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Gaius Iulius Caesar, más que un general

Nombre: Gaius Iulius Caesar
Lugar: Roma
Época: Antigua Roma
Arma favorita: Espada
Característica: Valentia
Hay muy poco, o nada, que no se haya dicho ya sobre el calvo más célebre de la historia.

Conocido es su ascenso en la política romana, sus victorias como militar y, en especial, su muerte. Gaius Iulius Caesar, más conocido como Cayo Julio César, es uno de los hombres con una mayor influencia en el devenir de Roma y de nuestra civilización.

Destructor de la República y constructor del Imperio, el hijo de una familia noble venida a menos logró la escalada a lo más alto del poder, no sin esfuerzo, y cuando lo hizo, cambió el rumbo de la historia.

Pero César fue más que general y político, y hay detalles de su vida que, por lo general, suelen omitir los libros de texto y muchos artículos en blogs. Creo que es oportuno buscar en la historia y dar luz a esos aspectos menos conocidos de su vida.

Cuna noble

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Rumor o verdad, la familia de los Julios era laudada como descendientes directos de Ascanio, hijo a su vez de Eneas, príncipe troyano, y nieto de la diosa venus.

Está claro que el último elemento es falso, pero en aquel entonces seguro que muchos se lo creían.

En cualquier caso, la familia (gens) estaba entre las más nobles de la República.

El padre del futuro dictador, llamado igualmente Gayo Julio César, era Gobernador de Asia. Su tío llegó a ser cónsul, y su madre, Aurelia Cotta, también descendía de una familia poderosa, con el padre y tres hermanos también Cónsules.

 El niño Gayo crecería en un ambiente de abundancia, pero no por mucho tiempo

Julio César padre era aliado y amigo personal del general Gaius Marius. Mario era el hombre más poderoso de Roma a finales del siglo II a. de  C., llegando a ser siete veces Cónsul, un récord nunca igualado.

Además, Mario se casó con la hermana de Julio César, por lo que sería el tío del futuro dictator.

Todo parecía irle de perlas a la familia, hasta que el mayor de los césares murió repentinamente en el año 85, cuando su hijo tenía 15 años.

Para más inri, en el año 88 se había desatado una guerra civil entre Mario y su rival Lucius Cornelius Sulla, y al ganar este, purgó a los aliados de Mario, confiscando las propiedades del joven César.

Pies para que os quiero

Para entonces Julio César se había casado con Cornelia y ostentaba el cargo de Flamen Dialis, Alto sacerdote de Júpiter:  en la purga, perdió también su dote y su puesto , y sabía que estaba en la mira de sus enemigos, ahora en el poder.

Decidió entonces abandonar Roma y viajar a Asia y entrar en el ejército bajo el mando de Marcus Minucius Thermus, pretor en aquella provincia.

En apenas tres años, Julio César mostró su valía en el campo de batalla, y en el mundo de la diplomacia y la política.

No obstante, en una de esas misiones ocurriría algo que marcaría a César para siempre.

Minucius fue quien envió a César al rey Nicomedes IV de Bitinia para solicitar ayuda militar, y el enviado de 17 años la consiguió. Cuenta Suetonio, que César permaneció mucho tiempo en la corte de Nicomedes, con quien pareció trabar una buena amistad.

Las malas lenguas, sin embargo, decían que el romano y el bitinio llegaron a ser algo más que amigos. Julio César desmintió toda su vida que hubiese mantenido una relación homosexual con Nicomedes, pero los rumores nunca desaparecieron.

César y los piratas

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Una de las historias mejor conocidas del célebre general en su juventud, sucedió, también según Suetonio, cuando volvía de su estancia en Bitinia.

El barco en el que viajaba César fue capturado por piratas en el Mar Egeo, y el noble romano fue hecho rehén.

Los piratas entonces pidieron un rescate de 20 talentos de oro (32 kilos por talento), lo cual enfureció a Julio César.

 Según él, su vida valía mucho más que 20 talentos , y ordenó a los piratas que pidieran 50 talentos por su cabeza.

Además, furioso por la afrenta, amenazó a los piratas con volver después de su liberación y crucificarlos a todos, cosa que los corsarios se tomaron a broma.

Pero de bromas nada, y tras ser liberado, Julio César cumplió su promesa.

Abogado y soldado

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De vuelta en Roma tras la muerte de Sulla, y sin dinero, César se estableció como defensor público. En la República Romana los juicios eran públicos, al aire libre en el Foro, a la vista del pueblo.

Su retórica pronto le ganó una buena reputación y fue electo tribuno militar.

Un puesto sólo por debajo del Legado, el comandante de una legión, en el que jóvenes patricios podían adquirir experiencia militar. La popularidad de Julio César subió como la espuma, pero con esta también llegan los enemigos.

Los viejos senadores tomaron nota.

En el 69 a. de  C., fue elegido quaestor, el encargado de las finanzas de una legión, y fue enviado a Hispania a servir su periodo.

La historia cuenta que ahí se encontró con una estatua de Alejandro Magno, y  dicho encuentro le deprimió , pues el macedonio había ya conquistado el mundo más o menos a la misma edad que él, que no había logrado nada.

Pontifex

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Dos años después Gayo Julio volvió a Roma y volvió a contraer matrimonio, con Pompeya, nieta de Sulla.

En el año 63 consiguió ser elegido Pontifex Maximus, nominalmente una posición religiosa, pero en la práctica una cargo político, un escalón más en su camino al poder.

Como Pontifex Maximus, tenía control sobre el templo de Vesta, donde se mantenía el fuego simbólico del Pueblo Romano, y era un cargo vitalicio. Aún así, César seguía siendo un noble sin dinero.

De hecho, un hombre  muy endeudado .

La tradición romana exigía que, cada vez que se nombraba a alguien a un cargo de importancia, el beneficiario debía organizar fastos de gladiadores.

Julio celebró grandes juegos, tan grandes que  el Senado legisló para limitar el dinero que podía gastar . Y por cierto, como no tenía fortuna propia, César pidió prestado.

Sus deudas tendrían mucho que ver con su futuro político.

Pretor

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La escalada de poder del César (bien engrasada) continuó en el año 62, cuando fue enviado como pretor a Hispania Ulterior (posteriormente Bética, aproximadamente la Andalucía actual).

Su nueva posición le ponía a cargo tanto de los asuntos políticos como militares, y supo explotarlos para su propia gloria.

Pero antes de marchar tenía que pagar sus deudas, y para ello acudió al hombre más rico de Roma, que actuó como su aval.

Sería el inicio de una relación interesada que llevaría a ambos a cotas inéditas de poder.

En Hispania César tuvo que apagar varias rebeliones, combatiendo y venciendo a los lusitanos y a los gaélicos. Después de estas victorias fue nombrado Imperator, título que se otorgaba a comandantes después de una gran victoria.

No era suficiente para el ambicioso general, que ya apuntaba al consulado, pero para poder ser candidato debía abandonar su puesto en el ejército. Así los hizo, y en el 60 a. de C. fue elegido Cónsul para el año siguiente.

Cónsul

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Hasta el momento de volver de Hispania, Julio César  era un general más en Roma , conocido, pero lejos de ser la superestrella del lugar.

Ese lugar le correspondía a Pompeyo Magno, el general que desde muy joven mostró su valía en las guerras civiles, del lado de Sulla.

Entre otras acciones, Pompeyo había acabado con los piratas del Mediterráneo que interrumpían el suministro de trigo a Roma, y participado activamente en la supresión de la Revuelta de Espartaco.

Al igual que César, logró el título de Imperator luchando en España, y llegó a ser cónsul tres veces.

Era enormemente popular entre las masas y, aunque en el año 61 a. de  C. ya había pasado su mejor época, seguía siendo uno de los hombres más poderosos de Roma.

El otro era Marco Licinio Craso, con quien no se llevaba nada bien.

Una vez conseguido el Consulado,  no sin acusaciones de corrupción , César intercedió entre Craso y Pompeyo para formalizar una alianza política.

Dicha asociación sería conocida como el Primer Triunvirato (del latín triunviros, tres hombres), y quedó consolidada tras el matrimonio de Pompeyo con la hija de César, Julia Caesaris.

El triunvirato no era oficial, y de hecho el Senado veía con malos ojos la acumulación de tanto poder en tan pocos hombres. Y no les faltaba razón.

El dinero de Craso, las legiones de Pompeyo y los tejemanejes de César pronto les dieron el poder de Roma.

Gobernador y General

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Era costumbre en Roma que, al terminar su mandato de un año, a un Cónsul se le otorgaba el gobierno de una provincia, también por un año.

Los enemigos de César en el Senado, no obstante, habían conseguido disminuir el alcance de su gubernatura, pero al final sus influencias le permitieron salirse con la suya.

No sólo obtuvo el gobierno de dos provincias, Galia Cisalpina e Ilírico, en el norte de Italia y los Balcanes, respectivamente, sino que  el mandato duraría cinco años .

Con el puesto, y no menos importante, César recibió el mando de cuatro legiones.

La Campaña de las Galias

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Si hay un periodo en la vida de Gayo Julio César que se puede definir como su apogeo, ese fue entre los años 58 y 50 a. de C.,  cuando logró conquistar el territorio de las Galias , la Francia actual.

Ahí fue donde obtuvo sus más grandes victorias; ahí se ganó la lealtad y el respeto de sus oficiales y legionarios, y ahí amasó su primera fortuna.

En esos ocho años, César peleó más batallas que ningún otro comandante en la historia, algunas de ellas en la línea del frente, espada alzada.

Durante esos ocho años César casi duplicó el tamaño de la república, y todavía tuvo tiempo para pasar un verano en Inglaterra y hacer una incursión a Germania, para lo que construyó un grandioso puente.

César también se dio tiempo para relatar sus andanzas en sus Comentarios a la Guerra de las Galias, uno de los mejores documentos militares de la historia.

Helvéticos, suevos, belgas, arvernos, aeduos y otros pueblos fueron cayendo uno a uno bajo el poder de las espadas romanas. César demostró una gran capacidad estratégica, táctica y diplomática en sus conquistas, pero también una inclemencia salvaje contra aquellos que no se rendían a sus pies.

Célebres son sus victorias en Bibracte, Magetóbriga y Armórica, pero sin duda la mayor fue la última, contra su némesis Vercingétorix, en Alesia.

La República se hunde bajo el poder de César

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Mientras César se dedicaba a sus conquistas, la situación política en Roma se deterioraba. En el año 55, el Triunvirato había sido renovado, así como el gobierno de César.

Sin embargo, en el 54 murió Julia, esposa de Pompeyo e hija de César. Este ofreció a su aliado la mano de su sobrina nieta, pero Pompeyo la rechazó, casándose en su lugar con la hija de un enemigo de se ex-consuegro.

La relación entre ambos se resintió y, cuando al año siguiente murió Craso, Pompeyo decidió pasarse al bando del Senado, que le nombró Cónsul único en una situación de emergencia.

Era el fin del Primer Triunvirato.

Alesia tuvo lugar en septiembre del 52, y con esa victoria César consolidó la conquista de la Galia. Atrás quedaban un millón de muertos, más de 300 tribus subyugadas y 800 ciudades destruidas.

Para entonces Pompeyo se había mostrado abiertamente en contra de su antiguo aliado y, al llegar el término oficial del mandato en la Galia, ordenó a César dejar las armas y volver a Roma.

Rubicón

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Gayo Julio sabía que volver a Roma desarmado sólo significaba una cosa, prisión. Pompeyo tenía suficientes pruebas de casos de corrupción, y si no, se las inventaba.

Muchas de las actuaciones de César en las Galias habían recibido la reprobación de muchos senadores romanos, pero no se atrevían a acusarlo formalmente mientras tuviese a su cargo sus legiones. César tenía dos opciones, obedecer y entregarse, o luchar.

Eligió esto último.

Entre el 10 y el 11 de enero del 49, Julio César se detuvo ante un pequeño río que marcaba la frontera entre la Galia Cisalpina e Italia.

No estamos seguros de si el Rubicón de la antigüedad es el mismo que ahora lleva ese nombre, pero sí sabemos que aquel día, Julio César lo cruzó con una legión, la XIII Gémina, y al entrar en Italia al mando de una fuerza militar  quebrantaba la ley .

Era el desafío del comandante contra el poder del Senado, de la República y de Pompeyo. Era también el inicio de una guerra civil.

“La suerte está echada”

El general sabía que no había marcha atrás, y que sólo la guerra podría decidir el ganador. Él contaba en sus experimentadas legiones, y Pompeyo no podía decir lo mismo.

De hecho, este y buena part de los Senadores abandonaron Roma, primero a Hispania, donde César lo alcanzó y lo venció.

La famosa frase «Vini, vidi, vici» fue pronunciada por César ante el Senado en el año 47 a.C.

Las victorias julias se repitieron en Ilírico y en Farsala, donde Pompeyo fue ampliamente derrotado. Desprotegido, huyó a Egipto, y ahí el faraón lo mandó a ejecutar a la vista de su familia.

César quedaba como el único amo y señor de Roma.

El conquistador conquistado

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El hecho de que Pompeyo hubiese huido hacia Egipto tendría consecuencias para muchos de los protagonistas en esta historia.

En aquel entonces, el Reino del Nilo estaba gobernado por dos hermanos Ptolomeo XIII y Cleopatra VII. El faraón, queriendo satisfacer a César,  había ordenado el asesinato de Pompeyo .

En vez de agradecérselo, el general romano enfureció, pues aunque fuese su rival, Pompeyo era un ciudadano romano, su antiguo aliado y yerno.

En cualquier caso, César decidió medrar en los asuntos de Egipto, ya bajo la influencia romana, y se quedó para intentar reconciliar a los hermanos faraones.

Ptolomeo invitó a César a su palacio y se encargó de que Cleopatra no lo viese, o al menos lo intentó. Según la famosa leyenda,  la reina se hizo esconder dentro de una alfombra que César recibió como regalo .

Cuando este la desenrolló, se encontró con la joven, poseedora de gran belleza y personalidad.

Cuando Ptolomeo entró en las estancia de su invitado, se encontró con su hermana relajándose en un sofá del general romano.

Enfurecido, el faraón abandonó la estancia, sintiéndose traicionado, e intentó azuzar a los suyos contra César, pero no lo consiguió.

César entonces ofreció un banquete, y durante este se enteró que dos de los generales de Ptolomeo pensaban asesinarlo. Los muertos fueron ellos, pero Julio César se dio cuenta de que, a pesar de que sus tropas rodeaban el palacio, estaban en inferioridad numérica.

Con Ptolomeo como rehén, prefirió hacerse fuerte en el palacio y esperar refuerzos.

Luna de miel

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Llegaron de Pérgamo los refuerzos esperados, y con ellos César consiguió vencer a  Ptolomeo, que murió ahogado en el Nilo .

No obstante, el testamento del anterior faraón indicaba que Cleopatra debía reinar conjuntamente con su hermano Ptolomeo, así que  César casó a la joven con un hermano menor, también llamado Ptolomeo .

Estabilizada la situación política a su favor, César decidió entonces casarse con la que ya era su amante, Cleopatra. Pasaron varios meses disfrutando del idilio, incluyendo un fastuoso crucero por el Nilo.

Al romano se le olvidó un poco que era el mandamás de Roma, e ignoró el malestar de su pueblo por casarse con una extranjera, estando ya casado con una ciudadana romana.

Pero a César aún le quedaban enemigos, y después de nueve meses tuvo que salir de Alejandría para apagar sendas rebeliones en Asia Menor y en el norte de África. Poco después, en el verano del 47 a. de C., Cleopatra dio a luz al hijo de ambos, Cesarion.

Derrotados sus enemigos, Julio César por fin volvió a Roma para retomar las riendas.

Reformas políticas

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Por lo general, cuando alguien busca el poder, es porque quiere hacer algo con él.

En el caso de César, no hay un consenso sobre sus motivaciones para alcanzarlo y su gestión una vez en lo más alto. Hay quienes creen que lo único que le interesaba era mandar, y que si instituyó reformas en las que daba más poder al pueblo fue sólo para disminuir la influencia del Senado.

Otros creen que era sincero, y que realmente estaba del lado del pueblo. A estas alturas difícilmente podremos comprobar sus motivos.

Pero reformar, reformó. A partir del año 46 César activó su labor legislativa, cambiando el código fiscal y la carrera judicial, estableciendo que sólo miembros del Senado o de la clase Ecuestre dominante podrían ser jurados en juicios.

Prohibió algunos sindicatos, que se habían convertido en verdaderos clubes subversivos, y limitó el número de mandatos de los gobernadores provinciales.

También dio ayudas a las familias numerosas con la intención de repoblar la península, desangrada de tantas guerras civiles, sin olvidarse de construir templos y edificios administrativos.

Calendario Juliano

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De todos estos cambios, probablemente el mejor conocido y más durable fue el del calendario.

Otros pueblos de la antigüedad como Persia, Grecia y Egipto, ya habían reformado sus calendarios para adaptarlos a la realidad astronómica, pero no Roma.

 Es posible que César se viese influenciado por Cleopatra , o que simplemente viese como adecuado cambiarlo porque, hasta ese momento, el calendario romano era algo arbitrario y podía ser cambiado por el Pontifex con motivos políticos.

Como fue, a mediados del 47, César instituyó el Calendario Romano, con 365 días al año, y que añadía un día cada cuatro años para compensar las diferencias.

Añadió dos meses, que luego serían llamados julio y agosto, y fijó los días de cada mes en las cifras que aún utilizamos.

El calendario Juliano se utilizó durante quince siglos, hasta que el Gregoriano entró en vigor en 1582 para corregir una pequeña diferencia con el calendario solar. Desde entonces es el que usamos en occidente.

Dictator

César fue nombrado Dictator tres veces, la primera en el 49, aunque renunció al cargo después de 11 días; en el 48 volvió a ser nombrado Dictator, esta vez indefinidamente, y la tercera en el 46, por un periodo de 10 años.

Aquel título, no obstante,  no tenía la connotación de la actualidad .

Un dictator romano tenía poderes especiales, sí, pero tenía ciertas limitaciones, como la de renunciar una vez que se mandato hubiese terminado.

Además, los tribunos podían vetar sus políticas, con el apoyo del Senado. Aún así, el poder de Julio César era tan grande que durante varios años pudo hacer lo que quiso.

Por ejemplo, aumentó el número de senadores, colocando entre ellos a sus propios aliados; se dio a sí mismo el título de censor, para supervisar la “moral pública” y las cuentas del estado.

Ya con muchos de sus amigos en la curia, consiguió que el Senado le nombrara “Padre de la Patria” e “Imperator”.

A los defensores del viejo régimen republicano, César les recordaba a un rey, y pocas cosas temían más los romanos que ver todo el poder acumulado en una sola persona.

La oposición rumiaba.

Los Idus de Marzo

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César el guerrero no había desaparecido. En el año 45 a. de C., ya preparaba una nueva y larga campaña contra los partos, en Asia Menor.

En el 44 fue nombrado nuevamente Dictator vitalicio, pero, como sabía que iba a pasar varios años fuera de Roma, dejó preparada una reforma para que en el 43 se eligieran dos nuevos cónsules, a la usanza tradicional de la República,  con la única trampa de que sería él quien los elegiría .

Poco antes de su planeada partida, al día siguiente de ser nombrado Dictator, se celebró el Festival de Lupercalia, en honor de la loba que supuestamente había amamantado a Rómulo y Remo.

Durante los fastos, uno de los generales más cercanos a César, Marco Antonio, intentó coronarlo con una diadema.

Dicho símbolo pertenecía a los reyes y, aunque César la rechazó, sus enemigos en el Senado decidieron que era el momento de pararle los pies al Dictator.

Como bien sabemos, el 15 de marzo, en los llamados Idus según el calendario romano, un grupo de senadores emboscó a Julio César en la curia, y lo asesinaron a puñaladas.

El hombre más poderoso del mundo había muerto.

La acción de los senadores magnicidas tuvo el efecto contrario al deseado.

En lugar de restablecer el poder de la República, y el del Senado, propiciaron una guerra civil entre los partidarios de César y sus verdugos.

Marco Antonio llevaba las de ganar al principio, pero pronto surgió un nuevo personaje, sobrino-nieto e hijo adoptivo de Julio, Octavio César Augusto.

Primera y conjuntamente, Marco Antonio y Octavio vencieron a Brutus y Casio Longino, pero luego el conflicto surgió entre ellos, y mientras Marco Antonio se refugiaba en Egipto con Cleopatra, Octavio afianzaba su poder en Roma.

Octavio prevaleció y se convirtió en Princeps (el primero, el jefe). Era el inicio del Imperio.

Gaius Julius Caesar nació noble y murió poderoso, pero su vida no fue fácil. Pocos hombres en la historia han tenido una carrera tan prolífica como ciudadano, militar y político.

César fue el hombre más poderoso del mundo, en su época, y sus acciones cambiaron los destinos de Roma, y por ende, los de buena parte de la civilización.

Después de Alejandro Magno, al que superó en influencia, Julio César fue la segunda celebridad del mundo conocido, y la fuerza de su fama no tiene visos de disminuir. Héroe o villano, Gaius Julius Caesar es parte de la historia.

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Documental sobre Julio César

Sí aún te has quedado con ganas de saber más sobre el emperador romano más famoso de la historia, te dejamos con un documental donde ampliarás mucho más la información sobre él:

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