Sus gentes son amables, alegres, como en buena parte del mundo, y con tradiciones muy arraigadas.
Lo que más me llamó la atención, no obstante, es el culto que rinden a Chingis (como conocen ellos a Genghis) Khan.
Está en todas partes, en absolutamente todos los billetes, en todas las monedas. Chingis se llama la cerveza favorita de los mongoles. Hay un vodka con su nombre, hasta las patatas fritas son Chingis.
Al menos la mitad de los restaurantes en los que comí, se llama Chingis Khan, y no son una cadena. Y por supuesto, hay estatuas y monumentos suyos por todas partes. La estatua de Genghis Khan situada en Khentii, provincia de Töv, en Mongolia, es una de la estatuas ecuestres más altas del mundo con sus 40 metros de altura.
No es para menos. Genghis Khan es el fundador y padre de Mongolia . Fue él quien unió a las tribus mongolas; fue él quien llevó al pueblo mongol a dominar uno de los imperios más grandes de la historia, por extensión, el Gran Imperio Mongol, y también uno de los militares más importantes de la historia. De hecho, una de las más conocidas frases de Genghis Khan hace referencia a esto: «En el plazo de siete años he triunfado al culminar un gran trabajo y unificar a todo el mundo en un imperio»
Fue él quien puso a su país en el mapa de Asia. Y de paso, fue también el progenitor de cientos, o probablemente, miles de niños.
Genghis Khan, o Gengis Khan, no puede faltar en ninguna lista de los guerreros más eficaces de la historia. Sus andanzas por Asia y los confines de Europa le convirtieron en el más temido de los generales, en un fuerza de la naturaleza que cambió el mundo, para siempre.
Índice del artículo
Origen noble
Genghis Khan nació con el nombre de Temudjin o Temujin. Era el hijo de Yesugei, el líder de una de las muchas tribus nómadas en Mongolia, los Borjigin.
La familia era de linaje noble, pero para cuando nació el retoño, en 1162, las luchas internas entre los pueblos nómadas habían diluido su influencia.
Se cuenta que cuando vino al mundo, Temudjin tenía un coágulo de sangre en la mano, lo que le auguraba el futuro de un gran guerrero. Cierto o no, al bebé se le complicó la infancia.
Y, ¿cómo este niño logró unir a las tribus mongoles, y cómo las convirtió en una eficaz máquina de guerra? He descubierto tres claves que explican su éxito.
- Su seguridad en sí mismo.
- Una dura infancia.
- Su sed de venganza.
Confía en tu destino
Como todos los grandes líderes de la historia, Genghis Khan era un individuo que creía en sí mismo, que creía en su destino.
Una fuerza interna le decía que podría lograr lo que quisiera, que estaba destinado a triunfar sobre todos los demás.
La seguridad, la confianza en uno mismo , es una cualidad, ya sea innata o aprendida, de aquellas personas que alcanzan el éxito.El que quiere puede, dice el dicho, y Temudjin o Temujin lo confirmó. Nada ni nadie podría detenerlo.
Una dura infancia
Como decía anteriormente, el poder de la familia de Yesugei había disminuido, pero eso no quería decir que no siguiera siendo el jefe. Como tal, Yesugei arregló el matrimonio de Temudjin desde que este era un niño con la hija de un jefe vecino.
Como no podía contraer matrimonio antes de los 12 años, la costumbre dictaba que el futuro marido pasara una temporada con su familia política en ciernes.
No sabemos exactamente qué edad tenía Temudjin cuando su padre lo llevó a vivir con la tribu de los Khongirad, donde vivía su futura esposa, Börte, pero la historia nos cuenta que, de vuelta a casa, Yesugei fue capturado por un clan mongol enemigo y luego envenenado.
El pequeño Temudjin, volvió a casa cuando se enteró para reclamar el puesto de su padre, pero el resto de la tribu lo rechazó por ser tan joven, poco después, abandonaron a su suerte a Temudjin junto con su madre, Hoelun, y sus hermanos .
La vida pintaba muy mal.
Temudjin tuvo que aprender a sobrevivir en un estado casi salvaje.
Tuvo que aprender a cazar para alimentar a su familia. Tuvo que aprender a esconderse de los ladrones, de aquellos que hubiesen querido esclavizarlo.
Su infancia terminaría muy pronto, pero Temudjin adquirió conocimientos que, de adulto, le ayudarían a conquistar Asia.
Venganza
A nadie le gusta que le maten a su padre, o que le expulsen del clan.
Temudjin se lo tomó como una afrenta , pero siendo un niño no podía hacer nada. El resentimiento se convirtió en caldo de cultivo para su futura revancha.Los asesinos de su padre pagarían, todos sus enemigos recibirían su castigo.
Temudjin encontró una meta en la vida, apagar su sed de venganza, saciar su odio, apagar el ansia de sangre.
La venganza, el resentimiento y el destino, fueron el mejor cóctel para el futuro líder mongol. Ya joven, tenía las cosas claras, la motivación y los conocimientos, sólo hacía falta ponerlo todo en práctica.
Alianzas
Antes de acometer su mandato divino, Temudjin o Temujin sabía que no podría hacerlo solo, que necesitaba ayuda. Para ello buscó sus primeras alianzas, y en la antigüedad pocos métodos eran tan aceptados como un matrimonio.
El joven mongol era un hombre de palabra, y volvió a buscar a su prometida, Börte, para consumar la alianza que había forjado su padre.
No sólo conquistó Temudjin a su prometida, también su tribu decidió unirse a él. Dejaba de ser un líder solitario y, aunque pequeño, ya tenía un ejército.
De poco le sirvió su nueva fuerza cuando una mañana, los Merkits, un clan rival, atacó el campamento de los Onngirat, la tribu de Börte.
Fue un ataque por sorpresa y a Temudjin apenas le dio tiempo para escapar, pero se quedó casi sin hombres, y su mujer fue secuestrada.
El orgulloso líder no se quedaría con los brazos cruzados, pero necesitaba una nueva fuerza, nuevos aliados, y para ello acudió al líder de una gran alianza de tribus mongolas , a cuyo mando estaba Toghrul.
Venganza y ascenso al poder
Temudjin sabía que Toghrul había sido compañero y hermano de sangre (por el rito anda) de su padre, Yesugei. Acudió a él no sólo por esta razón, sino porque Toghrul comandaba una fuerza de miles de hombres , y estaba enemistado con los Merkit.
El futuro Khan hizo un gran despliegue de diplomacia para conseguir su apoyo, y lo consiguió. Los Keraites pusieron a su disposición 20,000 jinetes, y más importante, sus espías.
Esos serían cruciales a la hora de averiguar el paradero de Börte, y el estado del ejército enemigo.
El ataque llegó con las tinieblas, de la mano de miles de antorchas. El campamento Merkit pronto se llenó de grupas, de espadas cayendo sobre cuellos, de sangre en la arena. Las tiendas se incendiaron, y sus defensores poco pudieron hacer.
Fue una masacre en la que aquella tribu dejó de existir, la primera de muchas que caerían bajo el hierro de un implacable guerrero. La victoria permitió a Temudjin a recuperar a su esposa, quien nueve meses después parió su primer hijo.
También elevó al caudillo a lo más alto.
Hermano de sangre
Toghrul había recomendado a Temudjin que para la incursión contra los Merkit buscase la ayuda de Yamuka, su amigo de la infancia y líder de su propio clan.
Yamuka era también hermano de sangre de Temudjin, y respondió a su llamada sin dudar. Tras su aplastante victoria, sin embargo, la alianza de tribus tenía dos jefes , y bien es sabido que esa circunstancia rara vez es la más adecuada.
Pronto se resolvería a la usanza mongola.
Durante varios meses la situación se mantuvo estable, pero a pesar de la amistad, a pesar de que ambos líderes reconocían la nobleza del otro, las diferencias no tardaron en aparecer.
Temudjin buscaba la paz para que su pueblo pudiese progresar. Quería, dijéramos, sentar cabeza para disfrutar de la estabilidad y de su familia.
Yamuka no se conformaba, sus instintos de guerrero le decían que debía aprovechar su fuerza para expandir su influencia.
Las discusiones comenzaron, y los hermanos de sangre se distanciaron, dividiendo a su vez a sus respectivas tribus y pueblos. La fractura fue inevitable, y finalmente jefes y soldados tomaron caminos separados.
El problema fue que Yamuka se sintió celoso del poder de Temudjin, y pensó en que Mongolia no podía tener dos reyes.
Estando Temudjin ausente del campamento, Yamuka y sus esbirros atacaron, barriendo con sus antiguos socios.
Los generales que fueron hechos prisioneros recibieron un castigo atroz, salvaje incluso para las violentas costumbres de la época.
Fueron hervidos vivos .Fue una provocación innecesaria, una declaración de guerra que sólo podía esperar una respuesta, venganza.
Crecen los apoyos
El órdago lanzado por Yamuka fue mayor que ningún otro hasta entonces en la vida de Temudjin. La respuesta debía estar a la altura, pero sabía que su amigo de la infancia era un general muy capaz, y sus hombres valerosos.
Más alianzas serían necesarias, y para ello desplegó sus mejores dotes diplomáticas, hablando directamente a los líderes y soldados de otras tribus.
Su mensaje, que ya era hora de frenar la orgía de sangre y muerte, que Mongolia debía ser pacificada para permitirle crecer, crear, disfrutar.
Tardaría un par de años, pero muchos se le unieron, y esta vez Temudjin los implicó en un intenso programa de entrenamiento militar .
Enseñó a sus jinetes a disparar justo cuando las cuatro pezuñas del caballo flotaban en el aire, para mejorar su puntería. El entrenamiento era obligatorio en todas las disciplinas, equitación, tiro al arco, lucha cuerpo a cuerpo.
Eligió a sus oficiales entre los mejores, sin importar sus linajes.
Convirtió a una milicia tribal en un ejército moderno.
Cuando estuvo listo, Temudjin dirigió a sus hombres hacia donde acampaba el clan de Yamuka.
En la víspera del enfrentamiento con su antiguo amigo, habló a sus generales. Les dijo que una tribu era como una flecha, fácil de quebrar, pero que una alianza de tribus era inquebrantable.
Esa noche prepararon la estrategia a conciencia.
Sería algo más que una simple batalla.
Más fuegos que estrellas
Temudjin sabía que para vencer a un enemigo tan poderoso hacía falta más que ser un valiente guerrero.
Décadas de lucha le habían enseñado varios trucos, entre los que se encontraba la guerra psicológica. Una vez que montó su campamento cercano al de Yamuka, durante la noche, ordenó a sus hombres que cada uno encendiera cinco fuegos , en lugar de uno.
Los soldados enemigos, desde sus tiendas, se impresionaron al ver el espectáculo, que les hizo pensar que sus rivales eran muchos más. Uno dijo que había más fuegos que estrellas en el firmamento , y en las estepas centrales de Mongolia, aún ahora siguen siendo muchas.
La batalla comenzó al alba.
Los jinetes de Temudjin se abalanzaron sobre la fuerza enemiga sin piedad, pero con orden. Habían estudiado tácticas, formaciones; habían aprendido a reorganizarse y adaptar el plan a cualquier situación.
En la refriega, cada pocos minutos, volvían a formar sus escuadrones para reforzar los puntos débiles propios y atacar los ajenos.
Temudjin lideraba desde el frente, dando órdenes constantemente, alentando a sus hombres.
La estrategia funcionó.
Yamuka se dio cuenta de que su ejército estaba perdido, y huyó.
Volvería a verse las caras con su viejo amigo, cuando fue capturado y llevado ante Temudjin, pero cuando este le ofreció el perdón y le invitó a unirse nuevamente a sus huestes, Yamuka lo rechazó, replicándole que en el cielo sólo podía haber un Sol .
Sólo pedía una muerte honorable, sin sangre.
Los soldados de Temudjin le rompieron la espalda.
Un Sol en el Cielo
La victoria sobre Yamuka había resuelto el problema del liderazgo.
Ya sólo quedaba un líder, un único amo. No sólo eso, Temudjin se ganó el favor de muchas tribus más, y su poder se incrementó exponencialmente.
Sus seguidores aumentaron, al igual que sus ejércitos y territorios.
Eso podría parecerle muy bien a los mongoles, y a él mismo. Pero la unión de las tribus mongolas ponía nerviosos a los vecinos dados los territorios conquistados.
No era lo mismo luchar contra las tribus por separado que luchar contra un sólo enemigo, más poderoso. Quien más nervioso se puso, fueron los chinos.
En aquel entonces China no era un estado unitario. Tenía sus propias divisiones internas.
Además, llevaban siglos en guerra constante contra los mongoles, y por ello había ya construido parte de su célebre muralla. Un ejército con cientos de miles de hombres al este no era en definitiva la mejor de las situaciones, y comenzaron los preparativos para frenarlos.
Por otra parte, Temudjin, consolidado en el poder, recibió todo tipo de homenajes, principalmente un título. Hasta entonces se utilizaba el apelativo “Khan” para los líderes de varias tribus, y por ello le correspondía al guerrero.
Pero no era suficiente, pues Temudjin había unificado a la mayor parte de los clanes por primera vez en la historia. Había puesto a Mongolia en el mapa.
Por ello, se creó un nuevo título, que viene a significar algo así como “Señor Universal”, Genghis Khan.
El Gran Khan
La enemistad con los chinos debía resolverse pronto, y qué mejor que un ataque preventivo, pensó el flamante Khan.
Una ventaja es que China estaba dividida en dos reinos, el Occidental, liderado por la dinastía Xia de los tenguts, y el del sur, a cargo de los Yurchens manchurianos.
Genghis sabía que en caso de ser atacados ninguno acudiría en la ayuda del otro,y se aprovechó de ello.
Ahora bien, la Gran Muralla era un obstáculo considerable , pero entonces como ahora, no era una construcción de una pieza, interminable, sino una serie de murallas repartidas en puntos estratégicos.
Genghis Khan pensó que sería mejor rodear la Gran Muralla que asaltarla, aunque para ello tuviese que cruzar un gran desierto, el Gobi.
Eso hicieron los casi 200,000 hombres que le siguieron en la campaña. Tras cruzar el Gobi, entraron en China por el noreste. Atacaron y saquearon ciudades; masacraron a la población, y quemaron lo que quedaba.
Si Genghis Khan quería provocar terror al enemigo, lo consiguió. Pronto cayeron los tanguts, con cientos de miles masacrados por los mongoles.
En 1211 fue a por los Yurchen, y no fue tan fácil. Cuatro años después, los mongoles llegaron a Beijing (Pekín), y, a pesar de que el sitio duró varios meses, la falta de alimentos terminó por debilitar sus fuerzas.
Cuando Genghis consideró que era el momento adecuado, dio permiso a sus hombres de entrar y robar y matar a su antojo. Los mongoles lograron capturar buena parte de su territorio, pero no todo.
Pasarían varias décadas hasta que la conquista fuera final.
Paz, por un tiempo
Genghis Khan pensó que era hora de disfrutar de su poder, y de que su pueblo lo hiciera con el botín.
Su gran ejército con sus correspondientes familias, se estableció en la zona del Karakorum, una cordillera situada al oeste de China, y el norte de India y Pakistán, en Asia Central.
Genghis se dedicó entonces a “crear país”, estableciendo instituciones, dictando leyes, ayudando a su pueblo a prosperar.
El Khan quiso también aumentar el comercio con sus vecinos, especialmente con los persas al este, y para ello envió una caravana de 500 mercaderes.
Estos no fueron bien recibidos por un gobernador, incluso fueron atacados. Genghis envió entonces a tres embajadores a hablar directamente con el Sha.
Poco después, un mensajero viajó cientos de kilómetros con un paquete para Genghis Khan. Cuando lo abrió, vio que era la cabeza de uno de esos embajadores. Era el mensaje del Sha.
Como no podía ser de otra manera, Genghis se lo tomó como una afrenta, un insulto, y decidió que el tiempo de las negociaciones verbales había terminado . Era el momento de utilizar la espada.
Cae Persia
El sultanato ya no era el de antes. El imperio construido por Ciro se había desintegrado con la inestimable ayuda de Alejandro Magno.
Desde entonces las divisiones internas no habían hecho más que desestabilizar la región.
Peor aún, los persas ignoraban el verdadero potencial de los mongoles, creyendo que no eran más que bárbaros.
Además, el Sha Ala-ad Din- Muhammad decidió repartir sus ejércitos en muchas secciones para defender ciudades individuales.
Genghis también dividió al suyo, pero en tres grandes grupos: Uno al norte, comandado por su hijo Jochi, otro al sur, con jebe, uno de sus generales más capaces, y el del centro, con el mismo Khan como líder.
Pronto cayeron varias ciudades. Aquellas que no se rendían voluntariamente eran completamente destruidas , y sus habitantes pasados por la espada o vendidos como esclavos.
Fue tal la destrucción, que se cree que Genghis Khan ayudó mucho a la reforestación de la región, barriendo cualquier rastro de civilización. Finalmente, con un movimiento de pinza, cayó Samarcanda, la capital.
El Sha huyó y Genghis envió a un destacamento de 20,000 para perseguirlo y aniquilarlo. Moríría años después en circunstancias extrañas.
Con la conquista de Persia, el imperio mongol se convertía en el ente político más grande de la historia, doblando el tamaño del Imperio Romano.
No hemos terminado
Genghis Khan ya era el hombre más poderoso del mundo, pero eso nunca es suficiente para quien se siente un enviado divino. Aún así, sintiéndose probablemente algo cansado, decidió volver a Mongolia, y dejar la lucha a sus generales.
A Jebe y Subotai, los envió al norte para conquistar el Reino de Georgia. Esta cayó en 1221, y los mongoles no se quedaron ahí, continuaron hacia el oeste, destruyendo puestos comerciales de los genoveses, y estableciendo un campamento de invierno alrededor del Mar Negro .
En el 1223, Subotai sometió a los Kievanos, incrementando aún más el territorio mongol. Aquel mismo ejército, marchó hacia Europa, donde se enfrentó a los búlgaros, y entraron en Hungría.
Sería el máximo avance mongol en Europa.
Mientras tanto, Genghis volvió su mirada a China, donde quedaban asuntos pendientes. En el año 1226 lideró personalmente a su ejército para acabar el trabajo iniciado 15 años antes, y durante los primeros meses todo fueron éxitos.
El misterio
Nadie sabe exactamente cómo murió el más famoso de los guerreros. El libro, la Historia Secreta de los Mongoles, encargado por Genghis Khan años antes para registrar sus andanzas, cuenta que se cayó de su caballo estando de cacería.
No obstante, otras fuentes tradicionales explican que cayó enfermo, o probablemente herido durante la batalla, y murió más tarde en la cama. Tenía 65 años. El misterio permanece.
El otro misterio tiene que ver con su tumba. No existe un mausoleo ni nada que indique dónde fue enterrado Genghis Khan. Cuenta la leyenda que todos los presentes en su funeral fueron pasados por las armas para que no pudieran revelar el secreto de la tumba .
Cierto o no, el objetivo se ha cumplido.
En cualquier caso, Genghis Khan sigue estando entre los guerreros más exitosos de la historia. Nadie ha igualado sus conquistas, y a estas alturas es difícil que se repitan.
El niño noble al que se le complicó la vida a una edad temprana, conquistó buena parte del mundo. Aún así, en sus últimas palabras a sus hijos, mostró arrepentimiento por no haber podido conquistarlo todo. Eso, les dijo, se lo dejaba a ellos.
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La historia de Genghis Khan es una historia que siempre será recordada como uno de los mayores guerreros y generales de la história, así, si te has quedado con ganas de saber más sobre él, te dejamos con un vídeo documental donde ampliarás la información sobre él y su vida:
Fascinante.
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