La batalla de Cartagena de Indias (también conocida como el sitio de Cartagena de Indias) se produjo desde el 13 de marzo de 1741 hasta el 20 de mayo del mismo año. Se enfrentaron el ejército español contra el ejército británico y sirvió para marcar la resolución definitiva de la guerra de Asiento entre España y Gran Bretaña.
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Antecedentes de la batalla de Cartagena de Indias
En los momentos en que se desarrolla esta batalla Inglaterra tenía mucho interés en establecer bases terrestres en América, especialmente en el Golfo de México y en el Mar Caribe.
Ya tenían algunas posesiones en éste último, como por ejemplo la isla de Jamaica, pero querían asentar su poder aprovechando el declive en el que había entrado el poderío español en la zona.
Estas malas condiciones eran consecuencias directas de varios tratados firmados tras guerras y batallas lo que no había aminorado el contrabando de mercancías por parte de los ingleses sino todo lo contrario.
En muchas ocasiones, los soldados británicos habían intentado conquistar alguna plaza fuerte o ciudad pero los españoles siempre habían conseguido recuperar sus posesiones.
El contrabando ocasionaba muchos problemas y precisamente fue esto lo que ocurrió en 1738 frente a las costas de Florida: un nuevo conflicto proporcionó la excusa a Gran Bretaña para intentar arrebatar algunas de las posesiones de España en tierras americanas.
Aunque el castigo en sí había sido moderado -podría haber sido mucho peor-, Jenkins decidió regresar a Inglaterra con su oreja conservada en un bote lleno de alcohol.
No se sabe si realmente Jenkins acudió al Parlamento británico pero lo cierto es que ese hecho desencadenó un conflicto bélico entre Gran Bretaña y España.
La Guerra de Asiento (1739-1741)
Las hostilidades comenzaron en noviembre de 1739 cuando el almirante británico Edward Vernon atacó la plaza española de Portobelo, situada en el istmo de Panamá.
El éxito de Vernon fue inmediato ya que Portobelo apenas estaba defendida en aquel momento por unos 700 soldados españoles.
En el Pacífico Sur también se produjeron algunas maniobras de distracción que tenían como objetivo final cortar las comunicaciones entre los virreinatos de Granada y Nueva España para, finalmente, acometer la conquista del Virreinato de Granada por parte de Gran Bretaña.
Edward Vernon se había crecido tras esta victoria tan rápida y sencilla así que decidió reunir una flota con 186 barcos, 2.000 cañones y casi 28.000 soldados que partió desde Port Royal en Jamaica para llegar a la costa de Cartagena de Indias en marzo del año 1741.
En Cartagena de Indias se encontraba el virrey Sebastián de Eslava y al mando de la defensa militar se encontraba Blas de Lezo, un marino con mucha experiencia no solamente en la guerra contra los británicos sino también en la lucha contra los piratas de África.
Blas de Lezo contaba con unas fuerzas muy inferiores a las de Edward Vernon: tenía seis buques y aproximadamente unos 3.600 soldados.
¿Quién fue Blas de Lezo?
Blas de Lezo está considerado como uno de los mejores estrategas de la historia de la Armada Española, siendo precisamente la batalla de Cartagena de Indias su hazaña más conocida.
Nacido en Guipúzcoa, descendía de una familia de notables marinos, perteneciendo sus padres a la pequeña nobleza local y teniendo un estilo de vida acomodado.
Blas, al no ser el hijo mayor del matrimonio, no tenía acceso a ningún tipo de herencia por lo que decidió dedicarse a la carrera militar como marino.
En la batalla de Málaga de 1704 acontecida en el contexto de la Guerra de Sucesión, Blas perdió la pierna izquierda a causa de un cañonazo que recibió bajo la rodilla.
El miembro le fue amputado sin anestesia y por el valor que demostró en aquellos momentos, fue ascendido alférez de bajel con tan sólo 14 años por el propio Luis XIV.
El rey de España Felipe V también le concedió algunos privilegios. A pesar de que se le ofrecieron puestos importantes en la Corte, Blas de Lezo quiso seguir a bordo de buques de guerra, aprendiendo y siendo cada vez más experimentado en el combate en alta mar.
En esos años, Blas de Lezo hizo gala de su talento y su ingenio a pesar de su corta edad. En la defensa de una base naval francesa, perdió un ojo.
En 1710, Blas de Lezo ya era capitán de fragata gracias a su desempeño a la hora de abordar barcos enemigos mediante la táctica de cañonear a corta distancia para después lanzar garfios y asaltar el buque para un enfrentamiento cuerpo a cuerpo.
En 1714, siendo ya capitán de navío, perdió la movilidad del antebrazo derecho al recibir un balazo de mosquete durante el asedio de Barcelona el 11 de septiembre.
Dos años después fue enviado a aguas americanas para enfrentarse con los piratas que navegaban en aquellos mares entorpeciendo el comercio español y ya en la década de 1730 se le confió la misión de recuperar territorios españoles en el Mediterráneo destacando sus acciones en Italia y en Orán antes de ser enviado de nuevo a América, a la ciudad de Cartagena de Indias.
Blas de Lezo acabó muriendo en esta ciudad a causa de la infección provocada por unas heridas de astilla producidas en el muslo y en una mano durante el asedio de Vernon.
Finalmente, en el año 1760, el rey Carlos III recompensó al hijo de Blas de Lezo por las hazañas de su padre y le dio el título de marqués de Ovieco.
Se desconoce el lugar de enterramiento de Blas de Lezo aunque se barajan varias posibilidades: la iglesia de la Orden Tercera, la catedral de Cartagena o la capilla de la Vera Cruz junto al convento de San Francisco.
Así fue la batalla de Cartagena de Indias
El 13 de marzo de 1741, la impresionante flota británica era avistada desde las costas de Cartagena de Indias, cuyos habitantes comenzaron a temerse lo peor.
Durante los primeros días, Vernon se dedicó a atacar y bombardear varias fortalezas mientras su flota atravesaba los canales de la bahía.
Vernon acabó entrando en la bahía con sus fuerzas y las tropas españolas se acuartelaron en la fortaleza de San Felipe de Barajas.
El castillo de San Felipe fue cañoneado desde tierra y mar incesantemente para intentar que se rindieran los 600 hombres que se ocultaban dentro bajo el mando de Blas de Lezo.
Al ver que no salían, Vernon decidió asaltar la retaguardia de la fortaleza para lo cual los soldados británicos tuvieron que internarse en la selva.
Esta decisión fue fatal para los hombres de Vernon: muchos contrajeron la malaria y centenares acabaron perdiendo la vida.
A pesar de todo, las tropas británicas consiguieron llegar hasta la parte trasera de la fortaleza y Vernon ordenó atacar a sus soldados de infantería.
Este revés junto con la malaria hizo que la moral de las tropas británicas comenzara a decaer y con ella, los ánimos de Edward Vernon.
El almirante británico no dejaba de pensar en la carta que había enviado a Inglaterra anunciando una victoria que ahora se veía más lejana dada la fuerte resistencia de los soldados españoles.
Finalmente, Vernon se reunió con sus generales y decidieron asaltar la fortaleza de San Felipe mediante el uso de escalas durante la noche del 19 de abril, momento en el que esperaban coger por sorpresa a los ocupantes del castillo.
Thomas Wentworth fue el encargado de dirigir este asalto nocturno compuesto por varias compañías de casacas rojas, granaderos y un grupo de esclavos jamaicanos en vanguardia armados con un simple machete.
Atravesar la explanada fue complicado para las tropas británicas debido a la lentitud con la que debían moverse a causa de la artillería pesada y también porque desde las trincheras y desde lo alto de la fortaleza no dejaban de llover disparos.
Al amanecer, los españoles dispararon sus fusiles hacia los que intentaban huir y después se apropiaron de los pertrechos que los británicos habían abandonado junto a las murallas.
Vernon, malhumorado y humillado, ordenó el regreso a los barcos pero aún así persistió otros treinta días cañoneando San Felipe, sin aceptar la inesperada derrota sufrida a manos de los españoles.
Sin embargo, apenas les quedaban víveres y las enfermedades hacían presa de los soldados británicos por lo que finalmente, la flota comenzó a retirarse de la costa de Cartagena de Indias, con lentitud y sin dejar de disparar sus cañones, hasta que el 20 de mayo el último barco desapareció en el horizonte.
Las consecuencias de la batalla de Cartagena de Indias
Los españoles acabaron con un saldo de 800 muertos, 1.200 heridos y 6 barcos perdidos.
Mientras sucedía este desastre en Cartagena de Indias, en Inglaterra se estaban llevando a cabo las celebraciones de la victoria que Vernon había anunciado por carta a su llegada a la ciudad antes de comenzar el asedio a San Felipe.
El entusiasmo fue tal que se llegaron a acuñar más de diez monedas y medallas conmemorando la rendición de Blas de Lezo ante Edward Vernon y la conquista de Cartagena de Indias por parte de éste último.
Muchas de ellas llegaron a circular por España causando bastantes bromas y burlas a costa de Vernon. Éste, cuando se enteró de la muerte de Blas de Lezo al año siguiente, en 1742, decidió rondar de nuevo Cartagena de Indias pero jamás se volvió a atrever a atacar la ciudad.
En Inglaterra muchos comenzaron a preguntarse por qué tardaban tanto en regresar los victoriosos soldados que habían conquistado Cartagena de Indias. Ante las preguntas y dudas, la verdad de lo sucedido salió a la luz y el rey de Inglaterra, Jorge II, sintió tal vergüenza que prohibió a sus cronistas mencionar lo acontecido.
Vernon murió en el año 1757 sin que Gran Bretaña hubiera logrado grandes avances en territorio americano excepto el rechazo al contraataque español en la batalla de Bloody Marsh, en Georgia.
En esos 70 años de predominio militar español en América se trazaron redes de instalaciones militares tanto en el Caribe como en el Golfo de México que acabaron teniendo un papel muy importante en la independencia de las colonias británicas durante la Guerra de Independencia estadounidense en el año 1776.
La Guerra del Asiento que comenzó con las disputas de Gran Bretaña y España en América acabó fundiéndose con la Guerra de Sucesión Austríaca por lo que las hostilidades entre ambos países se alargaron hasta el año 1748.
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