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La Batalla de Roncesvalles

La batalla de Roncesvalles se llevó a cabo el 15 de agosto del año 778 (aunque también se fecha en el año 808) posiblemente en el desfiladero de Roncesvalles, Navarra, y enfrentó al ejército del rey franco Carlomagno comandado por Roldán con un grupo de vascones del que no se sabe prácticamente nada.

Los antecedentes de la batalla de Roncesvalles

El rey Carlomagno llevaba una temporada con sus intereses puestos en la Península Ibérica hasta el punto de apoyar la rebelión del gobernador de Barcelona, Sulaymán al-Arabi, contra el emir de Córdoba, Abderramán I.

En el año 777, Sulaymán se había presentado en la corte de Carlomagno junto con los valíes -gobernadores musulmanes- de Zaragoza, Gerona y Huesca para pedirle su ayuda.

Obviamente, el apoyo concedido por Carlomagno no era altruista sino que a cambio, había solicitado quedarse para sí con la ciudad de Zaragoza, llamada Saraqusta bajo dominio musulmán.

Es necesario explicar que Abderramán I, príncipe de la dinastía omeya, había llegado a la Península Ibérica tras atravesar el norte de África después de que su familia fuera masacrada en Palestina por los abásidas.

Nada más pisar este territorio, se declaró emir independiente de Al-Andalus lo que no fue demasiado bien visto por los valíes de las regiones fronterizas.

La oportunidad de Abderramán I
Si le resultó tan sencillo hacerse con el emirato fue porque aprovechó la debilidad del emir Yusuf, quien estaba dividido entre los árabes y los bereberes que mantenían un conflicto racial, y además en esos momentos se encontraba en Zaragoza, asediada por los rebeldes.

Los 32 años de reinado de Abderramán I fueron una constante lucha por mantenerse en el poder.

Carlomagno y su ejército penetraron en la Península Ibérica y en su camino a Zaragoza, tomó la ciudad de Pamplona.

El hecho de que el rey franco penetrara en Hispania al frente de un gran ejército por los Pirineos Occidentales mientras otra parte de sus tropas entraban por los Pirineos Orientales hace pensar que no iba a conformarse con la cesión de Zaragoza sino que seguramente sus planes iban más allá: hacerse con el emirato y anexionarlo al Reino Franco.

Además, estaba convencido de que los sajones ya no resultarían un problema por lo que podía dedicarse a la Península Ibérica.

Cuando al fin llegó a su destino, Husayn, el valí de Zaragoza, se negó a entregarle la ciudad, cambiando de bando en el último momento para decantarse por Abderramán I, el emir de Córdoba.

Carlomagno inició un asedio que tuvo que ser levantado al enterarse los francos de la sublevación del caudillo sajón Viduquindo en Renania, el eterno enemigo de Carlomagno y símbolo de la lucha de los sajones contra los francos que había aprovechado la ausencia del rey franco para continuar con su resistencia.

A pesar de todo, Carlomagno se llevó consigo como prisionero al propio Sulaymán pensando que lo había traicionado aunque en el camino de regreso hacia Francia y antes de llegar a Pamplona, los dos hijos de Sulaymán lograron rescatar a su padre tras un ataque.

La reacción de Carlomagno fue arrasar Pamplona hasta los cimientos y después dejarla abandonada para asegurarse de que no habría más conflictos.

Al pasar por la actual Valcarlos, la retaguardia del ejército franco comandada por Roldan, sobrino de Carlomagno, sufrió una rápida emboscada que diezmó a los 20.000 soldados. Los atacantes fueron seguramente vascones que además de acabar con la retaguardia franca, liberó a Sulaymán.

Así fue la batalla de Roncesvalles

Los primeros escritos que hablan acerca de esta batalla cuentan que los atacantes aprovecharon la estrechez del desfiladero y los frondosos bosques que lo rodeaban para lanzarse contra la retaguardia del ejército franco, el punto más débil.

Al parecer, se lanzaron dardos y piedras y desde las laderas del desfiladero cayeron enormes rocas que cayeron sobre los soldados francos que no tuvieron otra opción que lanzarse barranco abajo ante la imposibilidad de huir.

El propio Roldán moriría en este ataque aunque no se sabe cómo ni tampoco llegó a encontrarse jamás su cadáver.

¿Vascones, musulmanes... o todos juntos?
Por lo general se habla de los atacantes como un grupo de vascones aunque hay varias teorías al respecto dada la confusión de las fuentes.

Algunos investigadores afirman que se trataba de vascones que vivían al otro lado de los Pirineos y que estaban descontentos con el gobierno del rey franco aunque otros extienden a estos vascones a ambos lados de la cadena montañosa.

Por último, una tercera corriente habla de una coalición entre musulmanes y vascones, tesis más aceptada tradicionalmente ya que se enmarca en el contexto de alianzas entre los Banu Qasi del Ebro con los caudillos de la zona de Pamplona.

¿Y qué dicen las fuentes al respecto? Los Anales Regios, prácticamente coetáneos, hablan solamente de vascones. Sin embargo, la Canción de Roldan menciona a un ejército sarraceno compuesto por 400.000 soldados, algo obviamente inviable.

¿Dónde sucedió la batalla de Roncesvalles?

Aunque tradicionalmente se ha dicho que la batalla de Roncesvalles sucedió en el desfiladero del mismo nombre, lo cierto es que las crónicas carolingias no explican con exactitud cuál era este desfiladero ni dan demasiadas pistas para tratar de localizarlo.

Por lo general, los historiadores del siglo IX tendieron a escribir que la población en la que sucedió fue la actual Valcarlos, cuyo nombre procede de Vallis-Karoli, el Valle de Carlos.

Sin embargo, a partir del siglo XII y con la aparición de la conocida Canción de Roldan (1150), la localización de la batalla se desplaza hacia el sur, en Roncesvalles.

Actualmente, distintos investigadores han propuesto varias localizaciones para esta batalla:

Localizaciones de Roncesvalles
La hondonada de Valcarlos
El paso del Perthus, en el Pirineo de Girona
El puerto del Palo en el valle de Ansó, en el Pirineo de Huesca

La Canción de Roldan

Como no podía ser de otra manera, esta derrota de los francos a manos de un pequeño grupo de vascones que pareció desvanecerse tras su victoria supuso la creación de un héroe, Roldan, el prefecto de la Marca de Bretaña que cayó en la contienda.

En ese sentido, la Canción de Roldan puede compararse al Cantar del Mio Cid o a la leyenda de Beowulf.

La Canción de Roldan fue compuesta seguramente entre 1130 y 1150 y se compone de 4.002 versos divididos en casi trescientos cantos. Están escritos en el tipo de francés que se hablaba en Inglaterra después de que los normandos la hubieron conquistado, esto es, anglonormando.

El manuscrito más antiguo que se conserva de la Canción de Roldan se encuentra actualmente custodiado en la Universidad de Oxford.

Como buena gesta, contiene algunas exageraciones y derivaciones de los hechos como por ejemplo, que Carlomagno había conquistado la Península Ibérica en siete años (excepto Zaragoza, gobernada por el moro Marsil) cuando en realidad apenas permaneció unos tres meses aproximadamente.

En la historia que aquí se cuenta, la embajada de musulmanes no acude precisamente a pedirle ayuda contra el emir de Córdoba sino a ofrecerle tesoros para que abandone la Península Ibérica.

La traición de Ganelón
Roldan le recomendó a su tío, el rey Carlomagno, que enviara como emisario a Ganelón, un personaje del que no existen referencias históricas y que según la gesta era el padrastro del propio Roldan.

A Ganelón no pareció gustarle demasiado esta decisión así que en su encuentro con el moro Marsil como representante de Carlomagno le convenció de que solamente acabando con la vida de Roldan se llegaría a la paz con los francos.

Como resultado de este encuentro, Carlomagno creyó que todo se había solucionado y que incluso Marsil sería bautizado como cristiano así que se dirigió hacia Zaragoza, dejando a su sobrino Roldan en la retaguardia por sugerencia de Ganelón.

Marsil, mientras tanto, se escondía en Roncesvalles con 400.000 musulmanes para atacar a los soldados francos.

Cuando esto ocurrió, Olivier, uno de los nobles francos que acompañaba a Roldan, le pidió a éste que tocara el olifante, una especie de cuerno tallado en marfil, para advertir a Carlomagno de que la retaguardia estaba siendo sufriendo una emboscada.

Roldan, considerando aquello un acto propio de cobardes, se negó hasta que no le quedó otro remedio que acceder.

Cuando Carlomagno llegó, se encontró miles de musulmanes muertos pero también, entre ellos, a muchos de sus hombres y al propio Roldan.

Para impedir la huida de los hombres de Marsil, Carlomagno le pidió a Dios que detuviera el recorrido del Sol en el cielo para que no los amparara la noche y así sucedió.

Los hombres de Carlomagno pudieron alcanzar a los musulmanes y darles muerte cerca del río Ebro. Marsil consiguió escapar y se unió a las fuerzas del emir de Babilonia junto con el que pretendió vencer a Carlomagno, fracasando una vez más y esta vez, muriendo en el intento.

El propio Carlomagno, alentado tras ver al arcángel Gabriel, acabó con la vida del emir de Babilonia.

Carlomagno regresó entonces a Francia llevando consigo el olifante y los cuerpos de Roldan y otros dos nobles francos, el ya mencionado Olivier y Turpín.

Ganelón fue juzgado y condenado a muerte por traición

Como se ve, la versión de los hechos que cuenta la Canción de Roldan tiene bastantes diferencias respecto a los hechos históricos, moviéndose entre la historia y la leyenda para convertir a Roldan en el héroe de esta gesta.

Tras la batalla de Roncesvalles

Luis, uno de los hijos de Carlomagno, siguió la campaña de su padre en la Península Ibérica logrando conquistar Gerona en el año 785.

Los jefes musulmanes que quedaban en el norte peninsular solían pedir ayuda a los francos ante los ataques procedentes del emirato de Córdoba por lo que, poco a poco, las tierras del imperio carolingio se fueron ampliando en aquella zona hasta que en el año 812 y tras la conquista de Tortosa, los francos lograron acceso hasta Valencia.

Este fue el momento en el que el emir Alhakén I, nieto de Abderramán I y padre de Abderramán II, tuvo que ceder y reconocer las conquistas conseguidas por los francos en los territorios del norte.

La Marca Hispánica
Sin duda, una de las consecuencias de la batalla de Roncesvalles fue la consolidación de la Marca Hispánica.

A finales del siglo VIII, los francos lograron controlar parte del norte de la Península Ibérica. Toda esta región que se extendía desde Pamplona hasta Barcelona quedó dividida en pequeños condados que dependían directamente de la monarquía carolingia.

Estos territorios serían gobernados por condes que podrían ser bien francos, bien autóctonos según las necesidades de cada lugar.

Los condados de la Marca Hispánica servirían como frontera entre el Imperio Carolingio y el resto de la Península Ibérica por lo que su aspecto militar era primordial junto con la lealtad y fidelidad demostradas a la corona carolingia.

Sin embargo, cuando el Imperio Carolingio comenzó a entrar en crisis, estos condados se fortalecieron y muchos de ellos incluso comenzaron a fraguar buenas relaciones con sus vecinos musulmanes, apartándose de los francos poco a poco.

Una de las formas mediante las cuales estos condados consiguieron más poder fue convirtiendo los cargos condales en hereditarios.

La división del Imperio Carolingio
Con la muerte de Luis I El Piadoso, el hijo de Carlomagno, todo el imperio carolingio quedó repartido entre los tres hijos, Carlos, Lotario y Luis, mediante la firma del Tratado de Verdún (843).

Carlos el Calvo fue el receptor de la Marca Hispánica.

Entre los años 856 y 861, los normandos lanzaron ataques sobre su territorio usando el río Ebro como canal y después otros ríos hasta llegar a Pamplona y arrasarla raptando a su rey. Este acto se repetirá después en Orihuela, donde llegaron navegando por el Segura.

Finalmente, el 16 de junio del año 877 Carlos el Calvo no tuvo otro remedio que firmar la capitular de Quierzy según la cual se regulaba el proceso hereditario de los principados y los cargos condales de la Marca Hispánica. Poco a poco esto llevó a la independencia de los condados que formaban la Marca Hispánica a finales del siglo IX.

Wifredo el Velloso, el conde de Barcelona, será quien consiga aunar varios territorios al convertirse en conde de Urgell y de la Cerdanya y después, de Girona-Barcelona y Ampurias, reuniendo un amplio territorio bajo su gobierno y creando el esbozo de lo que más adelante será Cataluña.

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