Los incas, cuyo imperio abarcó gran parte de la América precolombina, lograron tener un imperio tan extenso que llegaba desde el Pacífico hasta la selva del Amazonas. Fue el estado más importante y poderoso de la zona que existía antes de la llegada de Francisco Pizarro y sus tropas gracias a su organización y administración.
El guerrero inca formaba parte de un ejército bien organizado que logró conquistar a otros pueblos. Sin embargo, la llegada de los españoles junto con la guerra civil anterior a ésta provocó que decayera rápidamente hasta prácticamente desaparecer.
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¿Quiénes fueron los incas?
El Imperio Inca tuvo el territorio más extenso de toda la historia de la América precolombina, casi dos millones de kilómetros cuadrados situados entre el océano Pacífico y la selva del Amazonas ocupando parte de Colombia por el norte y parte de Chile por el sur.
Sus orígenes se encuentran en la victoria que las etnias cuzqueñas (sur de Perú) tuvieron sobre la confederación de los estados chancas (los Andes) en el año 1483. Pachacútec, quien lideraba a los cuzqueños, comenzó la expansión del imperio inca que siguió creciendo con sucesivos dirigentes hasta que se estabilizó bajo el mandato de Huayna Cápac.
Los incas no se impusieron solamente contra los chancas sino también contra otros pueblos como los collas, los lupacas, los chinchas, los chimus y los huancas. Se hicieron con el control de los recursos y crearon varios centros administrativos conectados mediante una eficaz red de carreteras. Sin embargo, permitieron que estos pueblos conquistados mantuvieran su lengua, sus costumbres, su religión e incluso cierto grado de autonomía.
Sin embargo, el imperio comenzó a decaer cuando los hijos de Huayna Cápac, Huáscar y Atahualpa, comenzaron a rivalizar entre sí llegando a una guerra civil antes de la llegada de los españoles a la zona. Esto junto a la viruela -que fue la que acabó con la vida del rey Huayana- provocó un auténtico desastre demográfico que prácticamente diezmó la población.
Atahualpa resultó vencedor en la guerra civil entre los incas, coincidiendo su éxito con la llegada a la zona de los españoles liderados por Francisco Pizarro. Sus tropas lograron capturar al rey inca, que fue ejecutado en 1533 finalizando así el imperio inca.
Sin embargo, todavía hubo algunos rebeldes que se levantaron contra esta acción y siguieron luchando hasta 1572, año en el que fue ejecutado el último de ellos, Tupac Amaru.
El ejército inca
Conforme el imperio inca fue creciendo, se hizo necesaria la creación de un ejército de oficiales profesionales que reemplazara al habitual que estaba formado por campesinos guerreros. De esta forma, el ejército inca quedó formado por batallones integrados por escuadras en las que había oficiales profesionales permanentes y hombres comunes (hatun runas) que eran llamados a las armas mediante levas cuando era necesario.
Cada batallón contaba con guerreros incas pertenecientes a una misma etnia que eran dirigidos por un curaca, el jefe del ayllu, es decir, las comunidades familiares con un descendiente común en que se dividían los incas.
La organización del ejército inca era la siguiente: honderos y arqueros al frente, detrás de ellos soldados con hachas y macanas para el cuerpo a cuerpo, después soldados con lanzas cortas arrojadizas y por último, guerreros con lanzas largas que podían medir hasta seis metros de longitud.
Tras la batalla, los guerreros incas exhibían orgullosos las cabezas de los enemigos clavadas en lo alto de sus lanzas. En ocasiones, los cuerpos se desollaban y con su piel se fabricaban tambores de guerra. Usaban los cráneos para beber chicha o cerveza de maíz y además, se hacían collares con los dientes de los vencidos a los que sumaban aquellos que ya habían recogido sus antepasados.
Los guerreros que se distinguían por su valor eran recompensados con regalos como objetos de metal, medallas o vestidos. Además, podían ascender en la jerarquía del ejército demostrando no solamente valor sino nobleza, fuerza y conocimientos. A pesar de todo, los cargos más altos estaban siempre ocupados por miembros de la alta nobleza inca.
¿Cómo era el guerrero inca?
Los guerreros incas que entraban a formar parte del ejército debían contar con una edad de entre 25 y 30 años. Todos ellos debían cumplir con el servicio militar ya que en el caso de los nobles era una forma de conseguir honor y prestigio y en el caso de los plebeyos, una manera de ascender en la escala social inca.
Sin embargo, no todos los hombres cumplían este servicio militar sino que se escogía a uno de cada cincuenta que ya hubiera cumplido los 25 años, la mayoría de edad según los incas. Además y para cumplir la dualidad que estaba siempre presente en la civilización inca, también se escogía a una de cada cincuenta mujeres para que fuera a servir a un Templo de las Vírgenes del Sol durante el resto de su vida.
Los guerreros rasos servían al ejército durante un período de entre seis y siete años mientras que los oficiales y los generales conservaban sus puestos y sus sueldos de por vida. Éstos tenían además otros privilegios: el estado les proporcionaba casa, alimento, ropa e incluso esposas, joyas y coca.
Cuando iban a la batalla, los guerreros incas permanecían en completo silencio y organizados hasta que llegaba el momento de luchar. Era entonces cuando comenzaban a gritar y a cantar para tratar de amedrentar al enemigo. No iban solos sino que les acompañaba un grupo de mujeres que cocinaban para ellos y se encargaban de enterrar a los muertos y también sacerdotes que rezaban y hacían sacrificios.
Las armas incas
El guerrero inca podía portar un arma u otra dependiendo en muchas ocasiones de la etnia a la que pertenecían.
- Estólicas (cumana): se trataba de varas que servían para lanzar proyectiles. Las usaban especialmente los guerreros de aquellas etnias que venían del ámbito selvático.
- Honda (huaraca): era una cuerda de longitud mediana en la que se colocaba un proyectil, normalmente piedras redondas, y se volteaba por encima de la cabeza antes de lanzarlo.
- Boleadora (liwi): eran dos o tres proyectiles unidos mediante una cuerda que los ataba. Tras hacerlos girar en el aire, se lanzaban. Este arma también se utilizaba para la caza.
- Lanzas (Suchuc chuqui): medían unos dos metros y las utilizaban especialmente los guerreros de origen cusqueño. Además, era utilizado como símbolo de poder por los generales.
- Mazas (Chaska chuqui): estaban fabricadas con mangos de madera en cuyos extremos se ponía un objeto pesado. Este objeto solía tener forma de estrella y podía estar hecho de oro o plata según el rango del guerrero que portaba la maza. Era el arma más habitual entre los guerreros incas.
- Arco y flecha: este arma solía ser el que usaban los guerreros que vivían en la selva. Algunos de ellos eran capaces de lanzar flechas de dos metros de longitud para atravesar a dos enemigos a la vez y hacer que los demás salieran huyendo.
- Mazos (chambi): se trataba de maderos gruesos con púas insertadas. Los usaban las etnias de origen sureño.
- Hachas (Cunca chucuna): podían estar hechas en piedra o en cobre.
¿Cómo vestía el guerrero inca?
Además de las armas, los guerreros incas llevaban objetos y prendas que les ayudaban a protegerse contra los ataques de sus enemigos.
En primer lugar, algunos de ellos portaban escudos (hualcana) fabricados con madera que después se forraba en cuero. En la parte visible se grababan motivos geométricos y podían ser tanto redondos como cuadrados o rectangulares.
Se protegían la cabeza con un casco o uma chucu hecho con madera que podía reforzarse con aros de metal o en cobre. Normalmente eran los oficiales y los generales quienes llevaban cascos de cobre y la milicia usaba los de madera.
En cuanto a las armaduras y las pecheras, eran accesibles solamente para los soldados de mayor rango. Las pecheras se decoraban con símbolos y las armaduras consistían realmente en túnicas de algodón gruesas y acolchadas con un escudo de madera en la espalda.
El dios inca de la guerra
Vichama o Atipa era el dios de la guerra y la venganza, uno de los hijos de Viracocha, el dios creador de la mitología inca. Pachakamap, una versión de Viracocha, había creado al hombre y a la mujer dando forma a la vida humana pero se desentendió de ellos y el hombre acabó muriendo.
La mujer, sola y desesperada, le pidió ayuda al sol, quien la fecundó con sus rayos y le dio un hijo. Pachakamap, enfurecido, mató a este hijo y creó un nuevo bebé con el cordón umbilical del niño muerto entregándoselo a la mujer tras darle el nombre de Vichama.
Con el tiempo, Vichama se fue pero al enterarse de que Pachakamap había matado a su madre como represalia hacia él por haberse marchado, decidió regresar para vengarse. Éste decidió esconderse en el fondo del océano así que, tras invocar a su padre el Sol, Vichama convirtió en piedra a todos los seres que Pachakamp había creado a modo de venganza. Después, buscó los huesos de su madre y logró hacer que volviera a la vida.
Como el mundo se había quedado sin hombres, Vichama dejó caer tres huevos: uno de oro del que salieron los jefes y los nobles, uno de plata del que salieron las esposas de éstos y otro de cobre del que brotaron los plebeyos, es decir, los que trabajaban para los anteriores.
Atahualpa, rey y guerrero
Atahualpa era hijo del rey Huayna Cápac. A la muerte de éste debido a la viruela, se enfrentó con su hermano Huáscar para ser quien heredara el imperio inca. No se tiene claro dónde nació ya que algunos cronistas afirman que su origen estaba en el hipotético reino de Quito.
Lo cierto es que Atahualpa se crió en Cuzco junto a su padre y pasó por el rito de Warachikuy, una celebración de iniciación a la vida adulta. Cuando tenía trece años participó junto a su padre en una campaña bélica contra los rebeldes del norte del imperio, en la región de Quito.
Atahualpa permaneció en Quito durante diez años junto a su padre sofocando las rebeliones y conquistando nuevas tierras. Durante este tiempo, aprendió las formas de gobierno y además, destacó por el valor que demostraba en el campo de batalla.
Tras la muerte de su padre, Atahualpa permaneció en Quito subordinado al gobierno de Cuzco, la capital, donde su hermano Huáscar había sido entronizado por sus partidarios. Éste fue víctima de un golpe de estado que no llegó a triunfar y temiendo que Atahualpa se hiciera fuerte en el norte, lo hizo llamar a Cuzco. Atahualpa se negó y le envió a cambio algunos regalos pero Huáscar torturó a los emisarios.
Atahualpa, ofendido, envió a sus tropas hacia Cuzco mientras su hermano mandaba a las suyas hacia el norte, dando comienzo así la guerra civil inca. Tras varias batallas -los cronistas no se ponen de acuerdo en el número, Huáscar fue vencido y capturado.
Pero entonces, llegó Francisco Pizarro con sus huestes y Atahualpa se encontró con él, llegando a una especie de acuerdo que se concretaría en Cajamarca. Sin embargo, allí se produjo un enfrentamiento entre españoles e incas. Atahualpa fue capturado por los españoles, quienes le permitieron incluso seguir administrando su imperio. Al enterarse de que tenía cautivo a su hermano, Pizarro le pidió que lo hiciera llevar a Cuzco pero fue asesinado por el camino.
Atahualpa comenzó a reunir todo tipo de tesoros para comprar su libertad pero finalmente fue procesado y condenado a morir en la hoguera. Cuando vio que lo iban a quemar, pidió otro tipo de muerte ya que según sus creencias no podría resucitar si se quemaba su cuerpo.
Francisco Pizarro le concedió morir mediante estrangulamiento tras ser bautizado como cristiano y así se hizo. Fue enterrado al día siguiente según los ritos cristianos aunque poco después su cuerpo desapareció.
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