Aún así, hubo samuráis luchando en la Segunda Guerra Mundial. Es el guerrero japonés por excelencia.
La cultura samurái aún sigue sirviendo como guía para mucha gente, incluyendo a occidentales que ven en su ética y código de honor una forma de vida apropiada y digna. Aquí podrás conocer su historia y descubrir qué pasó con los samuráis a lo largo de los siglos.
Índice del artículo
La historia de los samuráis
Los samuráis llegaron a estar en lo más alto de la esfera política y militar hasta el punto de dejar a un lado la figura del emperador , quien se convirtió en un simple espectador.
El origen
La primera vez que vemos la palabra “samurái” en las fuentes data del siglo VIII y se refiere a los sirvientes del hogar que atendían a los ancianos.
El uso de la palabra «samurái» en japonés fue evolucionando hasta el siglo X, momento en el que adquiere el significado militar que conocemos hoy día y que se refiere a aquel que sirve a un señor.
Hay que especificar que cuando hablamos de un samurái, nos referimos a un guerrero de élite y no a un guerrero cualquiera.
A principios del siglo VIII y tras numerosos enfrentamientos con China y Corea, el emperador Tenmu y sus descendientes ordenaron que todos los funcionarios civiles y militares debían conocer las artes marciales.
En el año 702, el Código Taiho especificó que cada soldado estaría asignado a un regimiento durante una parte del año, dedicándose el resto del tiempo a las labores agrícolas.
Cada uno de estos campesinos-soldado fue equipado con arcos, un carcaj y espadas.
Estos campesinos, sin embargo, no disponían de la suficiente formación militar como para llegar a ser verdaderamente eficaces por lo que en el año 792 se cambió el sistema de reclutamiento.
Ahora serían los caciques locales y sus soldados quienes se convertirían en la principal fuerza militar.
Casi cien años más tarde, estos primeros samuráis ya contaban con las características que les hacen reconocibles: eran jinetes-arqueros que también sabían manejar espadas de hoja curva y se encargaban de la seguridad de las ciudades y de sofocar revueltas, por lo que contaban con la confianza del emperador de Japón.
La consolidación del poder de los samuráis
Fue en el siglo X cuando los samuráis comenzaron a ver crecer su poder.
La situación de plagas y hambrunas incrementó las revueltas, protestas y desórdenes por lo que el emperador decidió aumentar los poderes de los gobernadores locales para que reclutaran tropas y se encargaran de sofocar los problemas : es ahora cuando constatamos por primera vez el uso de la palabra samurái, “el que sirve”, en un contexto militar.
Durante los próximos años se produjeron innumerables conflictos entre los clanes locales que desembocaron a finales del siglo XII en las Guerras Genpei.
En 1192, el líder del clan Minamoto se autoproclama shogun dando comienzo así al shogunato japonés, régimen que se alargaría durante 700 años y que relegaría a la figura del emperador de Japón a un mero símbolo.
El Shogunato
El período de poder de los shogun no fue ni mucho menos pacífico: al tiempo que se sucedían los conflictos entre clanes en los que en ocasiones participó el emperador y el ejército imperial, hubo que hacer frente a las guerras contra China y Corea y a dos intentos de invasión por parte de los mongoles además de a varias tentativas de restauración imperial.
Durante el Shogunato Ashikaga llegó a haber dos cortes imperiales al nombrar el shogun a su propio emperador.
Los “daimyo”
La gran oportunidad de los samuráis llegó durante el período Sengoku.
A causa de la inestabilidad política y militar debido a la dejadez del shogun Yoshimasha, los terratenientes se designaron a sí mismos “daimyo” (“grandes apellidos”) y comenzaron a luchar entre ellos por el poder y las tierras .
Uno de los mayores logros de este shogun fue la introducción de arcabuces en el ejército japonés, lo que supuso un cambio radical en las estrategias de guerra de Japón .
Pretendió unificar el país pero fue obligado a cometer seppuku por uno de sus principales generales, quien le traicionó.
La figura del samurái se fortalece
Hideyoshi, general leal al difunto Nobunaga que vengó a su señor pero nunca llegó a shogun por tener orígenes humildes, fue quien finalmente definió la figura de los samuráis.
Especificó las líneas de adiestramiento, disciplina y especialización de los soldados y separó definitivamente a los soldados y samuráis de los campesinos armados, a los que finalmente retiró las armas.
Los samuráis, con Hideyoshi al mando, se decidieron entonces a conquistar Corea a finales del siglo XVI pero la fiera resistencia que encontraron les hizo abandonar la idea.
La muerte de Hideyoshi y la situación que dejó con su Consejo de los Cinco Regentes debido a la minoría de edad de su hijo hizo que los samuráis se enfrentaran de nuevo entre ellos.
Tokugawa Ieyasu -quien había servido tanto a Nobunaga como a Hideyoshi- acabó haciéndose con el título de shogun en 1603 y tuvo que enfrentarse con el hijo de éste último, ya mayor de edad, Hideyori, quien contaba con el apoyo de muchos samuráis.
Finalmente y tras un arduo asedio a Osaka, Ieyasu logró hacerse con el poder exterminando a la familia de Hideyori excepto a su esposa, nieta del propio Ieyasu.
El declive del samurái
La intención de Ieyasu desde el primer momento fue quitar privilegios y poder a los samuráis.
Muchos de ellos perdieron sus tierras y se les dio a elegir entre dejar las armas y retirarse a trabajar los campos o trasladarse a la ciudad y convertirse en vasallos del daimyo.
Tan sólo unos pocos, “los 5.000 de hatamoto”, decidieron permanecer como vasallos directos del shogun.
Obviamente, todo esto acabó suponiendo una merma en el uso del arco, la lanza, la espada y el combate cuerpo a cuerpo. Muchos samuráis decidieron entonces regresar al campo y dedicarse a sus labores y a la artesanía.
Sin embargo, otros enfilaron destinos distintos, como por ejemplo los ronin, los “samuráis sin señor”, o aquellos que se dedicaron a la piratería en puertos y alta mar, robando y traficando con mercancías.
El edicto de “Fronteras Cerradas” de 1639 acabaría también con esta labor ya que buscaba controlar el acceso de barcos extranjeros evitando principalmente a los misioneros católicos.
La oposición a todo lo extranjero alcanzó su cenit cuando el propio emperador de Japón, Komei, se alió con varios samuráis relegados para enfrentarse a Ieyasu y su supuesta tibieza contra los inmigrantes.
El emperador y el shogun murieron casi a la vez poco después y el nuevo shogun, Iemochi, pretendió limar asperezas con el nuevo emperador, Mutsuhito, pero acabó renunciando a su título.
Se produjeron nuevos enfrentamientos entre samuráis y ronin por el establecimiento de un nuevo shogunato pero esta vez, las fuerzas pro-emperador salieron victoriosas.
El emperador Meiji comenzó entonces la modernización de Japón, su apertura al exterior y también, la abolición de los privilegios de los samuráis, quienes en su mayoría pasaron a formar parte de la élite administrativa japonesa.
La jerarquía de los samuráis
La posición de un samurái siempre dependía de su nacimiento, su vasallaje, su clan y otros aspectos sociales y militares.
No todos los samuráis tenían la misma consideración a pesar de estar en el mismo escalón jerárquico dentro de la sociedad japonesa pero si algo tenían en común es que todos ellos eran educados para la guerra desde su niñez para dignificar a sus antepasados.
Como se ha dicho más arriba, hasta el siglo XVI los samuráis no eran sino campesinos armados que volvían a sus labores en el campo cuando ya no se les requería en la guerra.
Sin embargo, en el momento en que aparecieron ejércitos estables, la consideración social de los samuráis subió al dejar de ser trabajadores del campo para convertirse en garantes de la paz social.
Dentro de la sociedad samurái, quien estaba en el vértice de la pirámide era el daimyo y sus familiares, después los criados a su servicio -solían ser criados vitalicios, es decir, que su servicio estaba ligado a la vida de su señor- y por último los vasallos, que podían ser voluntarios u obligados a servir al señor tras una derrota.
El ejército samurái
Tampoco en el ejército samurái eran todos iguales. Cada samurái estaba obligado a acudir a la llamada de su señor y a presentarse armado, equipado y con tropas correspondientes a la riqueza de su feudo.
Esto, obviamente, hacía que un samurái pudiera aportar más que otro por lo que al final, no todos gozaban de la misma consideración ante su señor.
La vestimenta de los samuráis
La armadura samurái
Las primeras armaduras de las que se tiene constancia estaban fabricadas a partir de varias planchas de hierro macizo unidas con correas de cuero.
Obviamente, estaban diseñadas para ser usadas por la infantería. El casco tenía visera para proteger los ojos y una superficie dentada para colocar plumas o cualquier otro tipo de decoración.
La armadura fue evolucionando con el paso del tiempo hasta llegar al modelo de armadura clásica medieval, la yoroi, en la que ya no todas las piezas eran de hierro, evitando así un exceso de peso para el guerrero .
Una yoroi pesaba aproximadamente unos 30 kilos.
Bajo la armadura, los samuráis llevaban un taparrabos de lino o algodón. En los pies llevaban calcetines altos, sandalias de tiras y en ocasiones unos zapatos parecidos a los zuecos.
Para protegerse aquellas zonas vulnerables a pesar de la armadura añadían guantes, cubremuslos, espinilleras y una pieza llamada nodowa que servía para aislar el cuello.
Algunos samuráis empleaban máscaras para proteger el rostro, ya fueran completas o sólo hasta la nariz.
Los más pudientes añadían a su indumentaria un guardapolvos que en realidad, sólo usaban en el campamento para mostrar su jerarquía ya que era demasiado pesado para llevarlo en batalla.
La ropa normal de los samuráis
Lejos del campo de batalla, los samuráis llevaban kimono y hakama, cubriéndose con una especie de chaqueta llamada katanigu en las ocasiones especiales.
Además de todo esto, en los momentos de más importancia añadían unos pantalones largos, como por ejemplo si iban a entrevistarse con el shogun.
Las armas de los samuráis
La espada samurái
A pesar de que siempre se nos viene a la cabeza la imagen de la katana cuando hablamos de los samuráis, lo cierto es que las espadas usadas por éstos evolucionaron hasta llegar a ese modelo.
La katana fue considerada como “el alma del samurái” ya que éste jamás salía de casa sin su espada incluso en tiempos de paz.
A pesar de todo, en las batallas solían usar el arco y la lanza y fue más tarde cuando la espada adquirió un papel más ceremonial.
Había que desenfundarla con las dos manos por lo que requería dejar a un lado el arco. Más tarde apareció la katana y el wakizashi, un modelo más pequeño.
En esa época decían que una katana debía ser capaz de cortar siete cuerpos uno encima de otro y también un nenúfar dentro del agua.
La katana era un arma ofensiva y defensiva al mismo tiempo, por lo que los samuráis jamás llevaron escudo.
Además, su forma curva y el hecho de tener que empuñarla con ambas manos provocaba que los ataques siempre tuvieran que ser de frente.
Otras espadas samuráis fueron la nodachi, usada para ofrendas y ceremonias y no en batallas debido a su enorme peso, y la naginata, una espada larga montada en un mango de madera que recuerda a las alabardas por lo que permitían golpear, apuñalar y acuchillar.
El arco samurái
Los samuráis empleaban el arco mientras montaban a caballo, usando la espada sólo para el combate cuerpo a cuerpo.
Debían emplear una gran pericia ya que el arco tenía que estar a la altura de la cabeza del jinete y además, solamente se podía disparar por el lado izquierda y manteniendo una inclinación de 5º, sumando la incomodidad de la armadura.
Armas de fuego
A partir del siglo XVI se registra el uso de pistolas en el ejército samurái.
A mediados de ese mismo siglo llegan a Japón los arcabuces europeos de manos de comerciantes portugueses y pocos años después, comienzan a producirse por los artesanos locales.
Los samuráis se mostraron en contra del uso de arcabuces argumentando que cualquiera podría matar a distancia a un guerrero experto y preparado en artes marciales; por este motivo las armas de fuego no llegaron a generalizarse en demasía.
La cultura samurái
El bushido
El bushido es el “camino del guerrero”, una compilación del siglo XVIII (aunque su origen es mucho más antiguo) que reúne consejos para el comportamiento samurái y que alude de forma insistente al tema de la muerte. En la historia, grandes guerreros se han guiado por el bushido.
Se reforzaba la idea de que el samurái pertenecía a un escalafón social más alto , instando a despreciar a los soldados de rango inferior y a los extranjeros.El bushido contempla las virtudes principales de la mentalidad samurái que incluso hoy día se conserva en Japón aunque desde una óptica más romántica y sentimental: justicia, coraje, benevolencia, respeto, honestidad, honor y lealtad.
El Seppuku
El Seppuku era un suicidio ritual respetado y admirado por la sociedad japonesa.
Los samuráis recurrían a él para reparar un error grave, para proteger su honor o incluso para seguir a su señor en la muerte.
En algunas ocasiones también se usó como forma de castigo honorable para los enemigos, obligándoles a cometer seppuki.
Las mujeres samuráis
Desde épocas muy antiguas, Japón ha tenido una sociedad con un fuerte matriarcado.
Un ejemplo se puede ver en su propia mitología, donde la diosa de la creación, Amaterasu, es de género femenino y la divinidad principal del panteón.
Los primeros escritos japoneses hablan de mujeres guerreando y presentándose como gobernantes aunque poco a poco dejaron de acudir al campo de batalla.
Las mujeres, sin embargo, siguieron formándose en artes marciales y autodefensa, decantándose por la naginata, la alabarda de la que se ha hablado más arriba.
También solían llevar encima un kaiken, un puñal que además les servía para cometer jigai, el Seppuku, sólo que en lugar de rajarse el vientre, se cortaban la garganta.
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Documental sobre los Samuráis
Te ha gustado la información que has leído sobre los samuráis? Pero te has quedado con ganas de más? No te preocupes, te dejamos con este documental donde podrás aprender mucho más acerca de estos increíbles guerreros nipones. También recomendamos «Los Siete Samuráis» de Akira Kurosawa.
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