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La Batalla de Okinawa

La batalla de Okinawa comenzó el 1 de abril de 1945 y finalizó el 21 de junio de 1945 en la isla japonesa de Okinawa. El ejército japonés se enfrentó con las tropas estadounidenses y británicas.

Formó parte de la Guerra del Pacífico dentro del contexto de la Segunda Guerra Mundial y fue el mayor ataque anfibio realizado dentro de este conflicto.

Los antecedentes de la batalla de Okinawa

La batalla de Okinawa se enmarca dentro de la llamada Operación Downfall, el plan de los Aliados para invadir Japón durante la Segunda Guerra Mundial una vez que se consiguiera la rendición de Alemania que finalmente fue cancelado tras el lanzamiento de las bombas de Hiroshima y Nagasaki y la propia rendición de Japón ante la declaración de guerra de la Unión Soviética.

La isla de Okinawa se encuentra a unos 550 kilómetros de Japón por lo que su ocupación supondría tener una base excepcional desde la que lanzar la invasión definitiva del país nipón.

La estrategia 'salto de rana'
Los estadounidenses tuvieron que saltar de isla en isla, aproximándose poco a poco a Okinawa, en una estrategia que llamaban Island Hopping y que consiste en ir de un punto estratégico a otro usando pocos recursos pero aproximándose poco a poco al objetivo.

Esta estrategia militar también se llama leapfrogging, «salto de rana», y se originó en la Marina Estadounidense a pesar de que el general Douglas MacArthur reclamó para sí su creación.

Una vez en Okinawa, los aliados se dispusieron a conquistar la isla.

Los ejércitos de la batalla de Okinawa

Las fuerzas estadounidenses

Los estadounidenses basaron sus fuerzas terrestres en el Décimo Ejército, formado entonces por dos cuerpos, el III Cuerpo Anfibio y el XXIV Cuerpo, sumando un total de más de 180.000 hombres entre el Cuerpo de Marines (81.000) y la División de Infantería (120.000).

Respecto a sus efectivos navales, la Armada de Estados Unidos junto con sus aliados sumaron 330 buques de guerra y 1139 barcos de transporte.

El grueso de los buques de guerra estaba formado por portaaviones (con aviones de caza, bombarderos y aviones de ataque a tierra), cruceros, acorazados y destructores, superando así el número de buques empleados el año anterior durante el Desembarco de Normandía en el que no se alcanzaron los 300 barcos.

Las fuerzas japonesas

El ejército japonés empleado en la defensa de Okinawa se componía por 9000 soldados de la Armada Imperial Japonesa y otros 67.000 del 32º Ejército.

Además, se reclutó a 24.000 milicianos y a 15.000 trabajadores que ni siquiera tuvieron un uniforme.

Japón hubo de contar también con 1.500 alumnos de secundaria que formaron la unidad de Voluntarios de Sangre y Hierro y 600 alumnas de enfermería que se organizaron para atender a los heridos durante la batalla.

La batalla de Okinawa en tierra

Aunque tradicionalmente se toma el 1 de abril de 1945 como fecha oficial para el comienzo de la batalla de Okinawa, lo cierto es que desde el 26 de marzo los marines y soldados de infantería estadounidense ya estaban desembarcando en las playas de las islas cercanas a Okinawa hasta que por fin ese día alcanzaron su destino.

El desembarco en Okinawa tuvo lugar en las playas Hagushi el Día-L, el 1 de abril, que es el Día de los Inocentes en Estados Unidos y además ese año coincidió con el domingo de Pascua.

A las 8.30 comenzó el desembarco y antes de las 10 de la mañana, ya se habían apostado en tierra 16.000 soldados que llegaron a 60.000 ese mismo día por la noche.

Mientras tanto, la 2ª División de Marines se encontraba en otra playa para distraer a los japoneses y que no intervinieran en el desembarco que se estaba llevando a cabo.

El Décimo Ejército se desplazó por las zonas centro y sur de la isla con una facilidad relativa, capturando un par de bases aéreas. Al ver que apenas había oposición, el general estadounidense Buckner decidió que se siguiera avanzando hacia el norte, la segunda fase del plan de invasión de Okinawa.

Los marines de la 6ª División tuvieron que hacer frente a los soldados japoneses que se habían concentrado en Yae-Take, donde el terreno era difícil, y lograron apoderarse de más de 100 kilómetros cuadrados de territorio tras varios días de fuertes enfrentamientos.

Mientras tanto, la División de Infantería aseguraba la isla de Shima, en el lado noroccidental de Okinawa, y la convertía en una base aérea estadounidense.

En el sur de la isla, la 96ª División de Infantería se enfrentaba en las cordilleras de Kakazu contra la fuerte resistencia que oponían los japoneses.

Aunque el 7 de abril los estadounidenses habían logrado hacerse con la cima de la montaña, los enfrentamientos contra los japoneses se alargaron hasta mediados del mismo mes.

Kakazu Ridge, dos colinas que funcionaban como defensa natural, fue el próximo objetivo de las fuerzas estadounidenses que se vieron sorprendidas por los continuos ataques de los japoneses.

Los japoneses pierden terreno
Finalmente, el 14 de abril los japoneses fueron definitivamente repelidos.

La 27ª División de Infantería se encargó del flanco derecho, los acorazados, cruceros y destructores realizaron un bombardeo intensivo en la zona y los aviones de la Armada y los marines atacaron con napalm, ametralladoras, bombas y cohetes.

Los tanques, sin embargo, no lograron avanzar a pesar de estar equipados con lanzallamas.

El día 4 de mayo, el 32º Ejército de los japoneses intentó una nueva ofensiva mediante la cual pretendía desembarcar tras las líneas estadounidenses.

Para ello, hicieron un uso intensivo de su artillería que, sin embargo, quedó destruida por el fuego estadounidense, lo que hizo fracasar por completo el plan.

Tras casi diez días de enfrentamientos, la 96ª División de Infantería junto con los tanques logró capturar una colina al este defendida por 1.000 soldados japoneses.

En el lado opuesto, los marines capturaron otra colina estratégica con lo que las fuerzas japonesas quedaban expuestas y envueltas por los estadounidenses.

Toda esta situación empeoró con la llegada del monzón que convirtió en campo de batalla en un inmenso barrizal pantanoso y que obligó a los soldados de ambos bandos a vivir permanentemente empapados a causa de la lluvia y entre el barro y todo lo que arrastraba, especialmente basura y cadáveres.

Finalmente, el 31 de mayo los estadounidenses alcanzaban la ciudad aunque esto no significó el final de la batalla ya que aún tuvieron que enfrentarse a la resistencia organizada durante al menos tres semanas.

Gracias al fuego de artillería, el 32º Ejército de los japoneses pudo escapar y reorganizarse en la cordillera Dake Yaeju.

Tras varios cambios de mando en el ejército estadounidense, destacando al general Roy Geiger, el único marine en comandar un grupo de ejército del Ejército de los Estados Unidos en combate, la isla de Okinawa cayó el 21 de junio.

Los generales japoneses Ushijima y Cho se hicieron el harakiri en las últimas horas de la batalla y el coronel Yahara fue capturado por soldados estadounidenses cuando trataba de llegar al cuartel imperial japonés haciéndose pasar por civil.

La batalla de Okinawa en el mar

La Flota Británica del Pacífico fue la encargada de neutralizar los aeródromos japoneses de las islas cercanas, tarea que comenzó a desempeñar desde el 25 de marzo de 1945 y hasta el 1 de mayo del mismo año.

Los japoneses se defendieron y no dudaron en recurrir a sus pilotos kamikazes que, sin embargo, no llegaron a hacer grandes daños a los portaaviones ya que éstos tenían la cubierta blindada.

Los kamikaze: pilotos suicidas
Los ataques kamikaze de los japoneses fueron una constante a lo largo de los casi tres meses que duró la batalla de Okinawa llegando a producirse casi 2.000 ofensivas de este tipo que se llevaron por delante decenas de barcos estadounidenses y más de 5.000 marines.

Los ataques suicidas de los japoneses no solamente se realizaron en aviones sino también en lanchas motoras.

Las batallas navales fueron tan intensas que fue necesario relevar el mando en el bando estadounidense para que los comandantes pudieran recuperarse.

Dentro de las operaciones en mar destaca la Operación Ten-Go, la última ofensiva japonesa naval durante la Guerra del Pacífico.

La operación Ten-Go
El acorazado Yamato y otros nueve buques de guerra se lanzaron en un ataque suicida contra los Aliados pero fueron descubiertos por los submarinos y rápidamente interceptados por ataques aéreos.

El acorazado más grande del mundo acabo hundiéndose después de sufrir los ataques de más de 300 aviones en tan sólo dos horas.

Las víctimas de la batalla de Okinawa

La batalla de Okinawa fue la más sangrienta de todas las que se libraron durante la Guerra del Pacífico. Estados Unidos perdió cerca de 50.000 soldados a los que habría añadir a al menos otros 20.000 que tuvieron que ser dados de baja por sufrir la crisis nerviosa conocida como fatiga de combate.

Los japoneses perdieron a casi 110.000 hombres y 7.400 fueron capturados por las tropas estadounidenses. Algunos de estos soldados se suicidaron en ataques kamikazes o mediante el ritual del harakiri.

La batalla de Okinawa fue la primera en la que hubo prisioneros de guerra japoneses, muchos de ellos indígenas que no estaban imbuidos con la cultura de seguir luchando hasta la muerte antes que rendirse.

Estos japoneses se vestían de civiles para pasar desapercibidos ante los soldados estadounidenses y fueron los propios habitantes de Okinawa los que les facilitaron la manera de detectarlos.

La lengua que se hablaba en Okinawa era muy diferente de la japonesa así que era tan sencillo como que los propios habitantes de Okinawa interrogaran a estos soldados en presencia de los estadounidenses.

Si no les entendían, es que se trataba de japoneses ocultos y los estadounidenses se los llevaban prisioneros.

Respecto a las bajas civiles, se calculan entre 100.000 y 150.000 según las fuentes incluyendo a los que murieron también a causa de los bombardeos y ataques del Ejército Imperial Japonés.

Además, los soldados estadounidenses se acostumbraron a no discriminar a la hora de disparar contra las casas ya que recibían ataques desde cualquiera de ellas y no podían parar a discernir si había civiles inocentes o no en los edificios.

De hecho, la población de Okinawa está considerada como una víctima tanto de Estados Unidos como de Japón.

Por ejemplo, los soldados japoneses confiscaban la comida a los habitantes de Okinawa y mataban a los que se negaban a entregarla.

También eliminaron a unos 1.000 okinawenses que hablaban un dialecto diferente para evitar que pudieran convertirse en espías.

Tanto los japoneses como los estadounidenses cometieron miles de violaciones aunque respecto a estos últimos persiste el debate ya que los oficiales del Cuerpo de Marine declararon que no sabían nada al respecto y que no había constancia de crímenes de guerra realizados por los marines.

Otros historiadores afirman con vehemencia que aquello sí sucedió y uno de ellos, George Feifer, afirma que si no existen vestigios es por la escasa fertilidad de unas mujeres malnutridas y estresadas que en caso de quedar embarazadas, abortaban o ahogaban a los recién nacidos por la vergüenza.

Otra consecuencia de la batalla de Okinawa fueron los suicidios en masa que se produjeron entre los civiles cuando se dio a conocer la victoria de Estados Unidos.

Al parecer, los soldados japoneses se encargaron de decir a los okinawenses que serían objetos de todo tipo de humillaciones y torturas por parte de los estadounidenses así que muchos de ellos optaron por suicidarse pero matando antes a sus familias para que no fueran capturados.

Se llegó a decir que los japoneses les entregaron granadas de mano para que se inmolaran y facilitarles el suicidio.

Esto origina debates y enfrentamientos aún hoy día entre Okinawa y Japón ya que las autoridades japonesas niegan que los hechos sucedieran así.

Las consecuencias de la batalla de Okinawa

Obviamente y dejando a un lado las pérdidas humanas, la principal consecuencia de la batalla de Okinawa fue la destrucción de prácticamente el 90% de los edificios de la isla, sometidos a bombardeos.

La isla no solamente funcionó como una enorme base militar de Estados Unidos tanto aérea como marítima sino que también era una zona de paso para las tropas estadounidenses.

Tras la campaña y la retirada de minas, Estados Unidos estableció en la isla la Administración Civil de Estados Unidos de las Islas Ryukyu, una especie de gobierno militar. Es más, hoy día sigue habiendo tropas estadounidenses allí.

Algunos historiadores creen que los lanzamientos de las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki fueron una consecuencia directa de la batalla de Okinawa como una forma de evitar el avance terrestre hacia el interior de Japón.

Es decir, lanzando las bombas se conseguiría con más facilidad la rendición de Japón que mediante una nueva operación militar. Y en efecto, así pareció suceder.

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