En este artículo hablaremos de batallas cruciales de la historia, batallas decisivas y épicas que de alguna forma cambiaron el curso de la historia, de los acontecimientos que luego han derivado en la época que nos ha tocado vivir.
¿Quieres conocer las mayores batallas por las que ha atravesado el hombre a lo largo del tiempo?
Quédate con nosotros y las descubrirás.
Hay dos tipos de reacciones en aquellos que se aproximan por primera vez a la historia: los que se quejan diciendo que la historia no son más que fechas y nombres y los que quedan fascinados por la forma en que los avatares de la misma han configurado el presente tal y como lo conocemos.
Precisamente las batallas son las grandes víctimas de este debate: ¿son una sucesión de datos aburridos o por el contrario, representan momentos claves en la Historia de la Humanidad?
Índice del artículo
¿Realmente una batalla puede cambiar el curso de la historia?
Las guerras existen desde que el hombre es hombre y tenemos constancia de ellas y de las batallas que las formaron desde hace milenios gracias a las fuentes escritas.
Una batalla no solamente determina al ganador de una contienda sino que también puede tener otro tipo de consecuencias a largo plazo.
Las muertes en una batalla alteran la demografía y la sociedad. La pérdida de una gran cantidad de hombres supone un descenso de la natalidad.
De la misma manera, la pérdida de estos hombres también conlleva cambios de roles ya que las mujeres tienen que asumir papeles normalmente ocupados por los hombres.
Las pérdidas materiales afectan sin lugar a dudas a la economía de una ciudad, región o país entero.
Si sigues los enlaces de este artículo, te darás cuenta de que las cosas hubieran podido ser muy diferentes si una batalla hubiera tenido otros resultados.
¿Una guerra es lo mismo que una batalla?
En ocasiones, empleamos las palabras «guerra» y «batalla» de forma indistinta cuando en realidad no tienen el mismo significado.
La batalla se refiere a un enfrenamiento físico entre dos o más entidades. Tiene un componente táctico.
De hecho, nunca hablamos de la «Primera Batalla Mundial» ni de la «Guerra de Lepanto», ¿verdad?
Otra diferencia que encontramos es que en la guerra, el que gana se lleva la victoria total sobre el conflicto mientras que en la batalla no tiene por qué ser así.
Una batalla puede influir en el curso de la guerra y provocar cambios estratégicos pero el bando que pierde una batalla no tiene por qué acabar perdiendo la guerra.
Las batallas a lo largo de la Historia
Las batallas y el modo de llevarlas a cabo han ido cambiando a lo largo de la Historia.
Los guerreros han modificado sus armas y sus uniformes, los generales han creado nuevas estrategias, la logística se ha mejorado…
De la misma manera, los adelantos tecnológicos han contribuido a que muchas cosas cambien, en especial las comunicaciones.
Sin embargo, para quienes las luchan, siempre es lo mismo: matar antes de que te maten y destruir la propiedad ajena para perjudicar al otro bando.
Las batallas de la Antigüedad
Comenzamos hablando de las batallas de Antigüedad ya que son las primeras de las que tenemos constancia escrita.
¿Quiere decir esto que no hubo batallas en épocas más antiguas? Seguramente sí, pero desgraciadamente no han llegado hasta nosotros.
No podemos empezar a hablar de batallas en la Antigüedad sin mencionar la Batalla de las Termópilas (480 a.C.) y los valientes espartanos de Leónidas.
Esta batalla, especialmente popular gracias a la película «300» basada en el cómic del mismo nombre, es conocida por el sacrificio que tuvieron que hacer los espartanos enfrentándose ante miles de soldados persas para salvar a Grecia.
De no haber sido porque Leónidas decidió permanecer en el estrecho paso de las Termópilas para entretener a los soldados persas, quizá éstos habrían invadido Grecia y la Historia hubiera sido muy diferente.
Si avanzamos un poco más en el tiempo, nos encontramos con uno de los mejores generales de la Antigüedad. Se trata, en efecto, de Alejandro Magno, quien estuvo a punto de conquistar todo el mundo conocido a pesar de su juventud.
Su mayor victoria es la Batalla de Gaugamela (331 a.C.) en la que se enfrentó contra el rey persa Darío III. Aunque han pasado casi 1.800 años desde este enfrentamiento, aún se considera que en esta batalla Alejandro Magno desarrolló una táctica perfecta.
Tampoco podemos dejar de hablar de Aníbal, quien se enfrentó a Roma en la Batalla de Cannas (216 a.C.) llevando a cabo uno de los mejores ejemplos de táctica militar de la Historia.
Esta batalla se enmarca dentro de la Segunda Guerra Púnica cuya victoria fue para Roma, por lo que tenemos un ejemplo de cómo el ganador de una batalla no tienen por qué ser el de la guerra.
Por último, mencionaremos la Batalla de Actium (31 a.C.) que enfrentó a Octavio Augusto con los famosos amantes: el general romano Marco Antonio y la reina egipcia Cleopatra VII.
Además, se considera que a partir de esta batalla ganada por Octavio Augusto, quien sería el primer emperador romano, comienza la Edad de Oro de Roma.
Las batallas de la Edad Media
Comenzamos hablando de la Batalla de Covadonga (722) considerada por algunos el inicio de la Reconquista y por otros, una simple escaramuza.
Esta batalla es la responsable de que conozcamos la figura de Pelayo, prácticamente un héroe nacional de Asturias ya que se rebeló contra los musulmanes y unió al resto de nobles contra ellos.
En el año 778 nos encontramos con la Batalla de Roncesvalles, un enfrentamiento entre el ejército de Carlomagno y un grupo de vascones que le hizo una emboscada.
Mucho más adelante, en el año 1356, descubriremos la «guerra relámpago» en la Batalla de Poitiers, una de las victorias de Inglaterra más importantes de la Guerra de los Cien Años.
El príncipe inglés Eduardo lanzaba a su caballería contra los campesinos franceses para que éstos se rebelaran contra sus señores y crear disensión.
La velocidad con la que llevaba a cabo estos ataques hacía que los nobles no tuvieran tiempo de reaccionar.
Las batallas de la Edad Moderna
Los siglos XVI, XVII y XVIII trajeron muchas innovaciones al campo militar, especialmente por la aparición de las armas de fuego que revolucionarían la forma de combatir.
Las armas de fuego, además, serían un factor de vital importancia en la conquista de América.
Empezamos esta vez en la Batalla de Pavía (1525) donde se estrenaron los Tercios españoles que después serían conocidos en toda Europa por su valor, eficacia y sentido del honor.
La Batalla de Lepanto (1571) es una de esas gestas que todo el mundo reconoce. Gracias a esta batalla se pudo poner freno a las pretensiones expansionistas de los turcos por el Mediterráneo.
Otro motivo por el que todo el mundo conoce esta batalla es porque en ella participó Miguel de Cervantes, atrofiándose la mano izquierda debido a una bala perdida.
Y, ¡cómo no! No podemos abandonar la Edad Moderna sin hablar del gran Blas de Lezo y su victoria en la Batalla de Cartagena de Indias (1741)
A pesar de que logró avergonzar a los ingleses gracias a su táctica, Blas de Lezo jamás fue recompensado en vida por esta batalla.
Otra de las grandes batallas que cambiaron la historia fue la Batalla de Culloden (1746) donde el ejército británico y el jacobita se dieron cita en suelo británico, del que nunca se recuperaron.
Las batallas en la Edad Contemporánea
De nuevo, los siglos XIX y XX supusieron adelantos, mejoras y cambios en cuanto a las batallas. Las armas son aún mucho más mortíferas y ahora se emplean también vehículos mecanizados que apoyan a los soldados.
Las batallas son cada vez menos «cuerpo a cuerpo» debido a la proliferación de armas a distancia que evitan en muchos casos el enfrentamiento directo entre soldados.
El siglo XIX comienza con la Batalla de Austerlitz (1805), una de las victorias más importantes del general Napoleón Bonaparte, quien será el protagonista de muchos de los eventos militares y políticos en Europa en esta época.
Además, supuso la disolución del Sacro Imperio Romano Germánico. El emperador Francisco II, tras ser vencido en esta batalla, decidió disolverlo para que Napoleón no pudiera hacerse con el título.
Seguimos con Napoleón pero esta vez, con su primera gran derrota. Se trata de la Batalla de Bailén (1808) y supuso la primera vez que el ejército napoleónico era vencido en Europa.
Esta batalla, además de poner en duda la supuesta invencibilidad de los franceses, conllevó que José I Bonaparte tuviera que abandonar Madrid.
Las batallas en la Primera Guerra Mundial
La Primera Guerra Mundial supuso el primer gran conflicto bélico moderno que involucró a varias naciones y supuso una destrucción material increíble acompañada de la pérdida de cientos de miles de vidas.
Son muchas las batallas que podríamos escoger para representar la Primera Guerra Mundial pero en este caso hablaremos de la Batalla del Somme (1916) que fue especialmente larga, cruel y violenta.
Las batallas en la Segunda Guerra Mundial
Si alguna vez se creyó que la Primera Guerra Mundial, llamada entonces la Gran Guerra, había sido suficiente para demostrar el poder de destrucción del hombre, fue algo que se olvidó rápidamente.
La Segunda Guerra Mundial estallaba apenas treinta años después y tendría efectos aún más devastadores.
Una de las últimas batallas de esta guerra fue la Batalla de Midway (1942) cuya importancia reside en que consiguió frenar la invasión japonesa por el Pacífico.
Y por último, mencionaremos la Batalla de Okinawa (1945), ya en las últimas fases de la Segunda Guerra Mundial. Esta batalla se caracteriza por el uso de la táctica anfibia, esto es, ir saltando de una isla a otra hasta llegar al objetivo.
Mucho más que simples batallas
Este rápido recorrido por algunas de las grandes batallas de la Historia nos demuestra que una batalla es algo más que un enfrentamiento entre dos facciones.
Una batalla puede suponer el final o el principio de una guerra, puede acabar con la disolución de un Estado, puede encumbrar a un general o hundirlo…
Además, menospreciar el valor de una batalla es menospreciar a los guerreros y soldados que lucharon en ella dejándose la vida en pleno combate.
Menospreciar las consecuencias de una batalla es arriesgarnos a que los hechos vuelvan a repetirse.